domingo, 9 de noviembre de 2008

RAUL PACHECO BLANCO

NOVELA



EL RECTOR MAGNIFICO

Capitulo I

Los Inicios del Rector Magnifico

Verlo crecer tan lentamente fue un hecho doloroso para los padres del rector magnifico, pues había nacido antes de tiempo y hubo necesidad de meterlo en una incubadora para que terminara de hacerse. Por eso los abuelos cuando se acercaron a la clínica ilusionados para ver a su nieto, tuvieron que contentarse con una piadosa mirada a través de una amurallada pared de vidrio, por la cual apenas alcanzaron a descifrar algo envuelto en unos pañales blancos que de pronto cobraba movimiento y de pronto intentaba llorar.
Mas adelante tuvieron que llevarlo a especialistas porque el niño no sostenía
la cabeza y se le iba de lado, mientras su mirada era vaga, perdida, como si no fuera capaz de precisar lo que estaba viendo.
Por su estatura no se preocuparon, pues aunque podían ver que la naturaleza no había sido pródiga con él y que su estatura no superaba la barrera de los enanos, lo importante era el cerebro para ellos. Pero cerebro si tenia, tanto, que resultaba excesivo para cuerpo tan duramente castigado por el metro.
Como el niño no llorara a la hora del bautismo y antes por el contrario saboreara la sal que le había suministrado el sacerdote, sus tías dijeron que eso era señal de predestinación, pues tanto él aceptaba con gusto entrar al seno de la iglesia, como la iglesia mostraba también su complacencia con su ingreso .
Cuando fue recibido en el colegio para aprender las primeras letras, los profesores se quedaron sorprendidos de la precocidad de su inteligencia, de su deseo de conocerlo todo, de su curiosidad y, sobre todo de saber quien era Dios, qué hacia, que representaba y cuando la profesora le había contestado que Dios era el señor y creador de todas las cosas, él había dicho y ¿de nosotros también?, y como la maestra le contestara que también, entonces había dicho que si el hombre se podía parecer a Dios, a lo cual la maestra le contesto que sí y entonces él había repreguntado si uno podía llegar a ser Dios, a lo cual le respondió la profesora que no.

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