La sensación que le deja a uno Vargas Lleras tan pronto lo
conoce personalmente es la de un jayán que se cansó de ser un cachaco de
maneras refinadas, al estilo Juan Manuel Santos, para dedicarse a trabajar un
perfil más llano y más frentero. Ya en su familia era común prepararse para las
campañas presidenciales, pero al él le tocaba un legado difícil por tener un
abuelo y un tío expresidentes, prácticamente en sus narices. De ahí la exigencia
para ir escalando peldaños y sobre todo, ganarse a pulso aquello que le
correspondía por derecho de sangre. Descubrió su temperamento que en algo lo emparenta con
su abuelo Carlos, quien era famoso por su talante altanero y soberbio en
contraste con el perfil más mesurado pero más soberbio de Alberto .Pero en fin,
era la casa Lleras y tenía que seguir la tradición. Así que Vargas Lleras sacó
del juego el cachaco que llevaba dentro, dejó de lado el gesto desdeñoso de
tierra fría de Ernesto Samper y el brocado fino de las maneras de Juan Manuel
Santos, para los gringos demasiado británico, para adquirir un perfil distinto,
como de luchador, ganando peso y altura hasta configurar una imagen a tono con
la rudeza de su carácter. Tal vez al
dejar el cigarrillo que le quemaba los labios a su abuelo el expresidente
Lleras, ganó kilos y lo convirtió en
peso pesado, no solamente de cuerpo, sino de la política. Hoy su voz es más gruesa, su ademán es más contundente, su poder de aguante es mayor
para hacerle frente a una campaña presidencial que ahora se insinúa muy dura. Y
ha adquirido un conocimiento del país, que casi no le permite quedarse callado
para hablar de todos y cada uno de sus problemas. Ese es el gallo que tiene la
derecha para enfrentárselo a Petro. Ahora es un cuajado estadista con soluciones y en sintonía con el mundo de hoy,
postcomunista, donde lo principal está en fomentar el empleo, dar garantías a
la empresa privada para crear riqueza y no tratar de bloquearla o acabarla,
como sucedió en Venezuela. Y además, su recio carácter es el que necesita
Colombia para ponerle orden al proceso de paz, a la irrupción permanente del
ELN que ha ido llenando el vacío dejado por las Farc, agravado esto por la
ayuda que le presta el gobierno de Maduro y, la llegada de los carteles de la
droga mexicanos, ubicándose en los sitios estratégicos para la exportación.
jueves, 22 de febrero de 2018
viernes, 16 de febrero de 2018
EL PETRISMO
POR: RAUL PACHECO BLANCO
Para hablar sobre los orígenes de Gustavo Petro tenemos que
remontarnos a la época del rojaspínillismo, que se sintió burlado con los
resultados de las elecciones presidenciales y como cualquier guerrilla se echó
al monte, creando el M19. Y el M19 si bien tenía ese origen político, el
ideológico se derivaba del auténtico
populismo que hoy en días la prensa mundial le endilga a los sectores de
izquierda del continente latinoamericano. La palabra populista fue acuñada por los periodistas e intelectuales europeos,
para nombrar a los movimientos informes que se nutrían tanto de ideas de
izquierda como de derecha. Es decir, que el populismo era una mescolanza
primitiva de ideas de uno y otro sector, sin articulación alguna, rompiendo el
sentido orgánico de las tesis marxistas que se imponían por la época. Todo lo
que oliera a populista era de origen latinoamericano, en donde todavía no
habíamos creado pensamiento propio en torno a nuestros problemas y menos a la
ideología que debía guiar al mundo que se estaba tragando el capitalismo. Ahora
se llama populista a los sectores de
izquierda que en alguna u otra forma giran alrededor del legado de Hugo Chávez.
Pero el populismo indígena o crudo no es de corte socialista, pues no atacaba
la propiedad privada y no aspiraba a liquidarla, sino solamente aprovechar el poder
del estado para sacar algunas ventajas para el pueblo, bien fundando industrias
paralelas a las privadas y crear luego monopolios de estado para eliminar así, la
competencia. Eso fue lo que hizo Petro en la alcaldía de Bogotá: creó una empresa de aseo para sacar
del juego a las privadas y estableció un monopolio de estado, cosa que hoy en
día el alcalde Peñalosa está desmontando con
las consiguientes consecuencias del colapso de una organización. De otra
parte, ese populismo crudo se nutría de raíces fascistas en lo tocante al manejo
del poder, pues tendía a cimentar dictaduras, como la que instauró en Colombia
el general Gustavo Rojas Pinilla en el año 54 del siglo pasado. Y Petro tiene
perfil de dictador. Así su origen no viene propiamente de la izquierda, ni
tiene que ver con el gaitanismo o con el MRL, que trataron de empujar hacia la
izquierda al partido liberal, sin lograrlo desde luego. En lo ideológico no
existe similitud con el régimen
madurista de Venezuela, que sí es anticuadamente socialista, pero si se
emparenta en cuanto a la concepción del
poder con base en una dictadura. Una especie de Fujimori.
jueves, 8 de febrero de 2018
SIGUIENDO LAS ENCUESTAS.
POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Al tenor de las encuestas podemos trabajar dos clases de
hipótesis : la primera, la de un país
diferente que emerge ante la anterior polarización de las fuerzas políticas con
relación a la política de orden público. Concretamente con el proceso de
paz. Esto si nos atenemos al resultado último
en donde Petro y Fajardo están
encabezando las encuestas. Lo cual traducido al argot político, sería que el
pais se endereza por un lado a favor de la izquierda y por el otro a favor del centro. Eso es lo
que vienen significando Petro y Fajardo. La otra hipótesis es que estos
resultados son pasajeros, son la foto del día. Entonces volveríamos a la
realidad de ayer, es decir, un país polarizado entre si y el no con los acuerdos
de la Habana. En este caso, las vencedores serán o una coalición de centro
derecha u otra de centro izquierda. En estas hipótesis viene faltando la
situación de Humberto de la Calle, quien siendo el símbolo de la paz, o mejor,
del proceso de paz con las Farc, sin embargo no ha logrado penetrar en el
electorado en una forma rotunda y clara. De ahí que tomara una decisión tan
drástica como lo fue la inclusión de Clara López como fórmula vicepresidencial.
Con el correr de los días iremos viendo si la fortaleza que ahora muestran Petro
y Fajardo se mantiene. De ser asi, el país habría cambiado en una forma
significativa, cambiándole la cara a la política y volteando la arepa. Estaríamos
volviendo a una época rojaspinillista, o populista, o a una dominada por la academia y la técnica
antioqueñas. Esto sin contar con un fenómeno reciente y es que en el país no
existe un solo partido que sea capaz de llevarse la presidencia y por lo tanto,
se imponen las coaliciones. Y estas
todavía no se han redondeado, pues el juego político no lo ha permitido,
pues cada fuerza quiere encabezar. Y como no es posible a estas alturas del
juego, cuando no se han definido las elecciones parlamentarias ni se han
decantado las fuerzas, pues es lógico que vayan ganando los movimientos más
personalizados. Y como la coalición de uribismo y conservatismo todavía no ha
definido candidato y, a su vez, ésta coalición no se ha integrado con la fuerza
de Vargas Lleras, no se ve reflejado en las encuestas. Y a su vez, igualmente, tanto
Petro como Fajardo no han definido tampoco sus propias formas de coalición..
jueves, 1 de febrero de 2018
LA DEMOCRACIA NO ES ABSOLUTISTA
POR: RAUL PACHECO BLANCO
La democracia nacida de la revolución francesa aparece como
consecuencia inmediata de la crisis del absolutismo monárquico. En la monarquía
el Rey podía hacer lo que le viniera en gana porque no estaba regido por la ley
y por una constitución. Él era la ley. Por eso Luis XIV llegó a decir con
razón, el estado soy yo. Así que de ahí en adelante, dentro del régimen democrático
lo más importante es la constitución y la ley. Y decimos esto, porque la situación
del Brasil va para allá precisamente, cuando Lula Da Silva, ya condenado por la
justicia de su país, insiste en lanzarse como candidato presidencial, montado
sobre la soberanía del pueblo. Porque para allá vamos: Lula irá a argumentar
que las próximas elecciones presidenciales serán un plebiscito en donde el
pueblo diría si quiere que sea condenado o por el contrario absuelto y, desde luego,
elegido como próximo presidente del Brasil. Pero ahí es donde está el meollo de
la cosa, porque la democracia no es absolutista, porque la democracia no puede
encubrir bajo el supuesto del ejercicio de la soberanía, evadir la justicia, de
no obedecer a una de las ramas del poder público que ha condenado a Lula .La
providencia se ha producido dentro de estrictos marcos legales, sin que se considere
un atropello a los derechos de Lula. Se trata de una constitución vigente, con
unos funcionarios debidamente nombrados y con todo el peso de la ley. Luego el
líder de los trabajadores no puede alegar que se están vulnerando sus derechos
o que los hechos por los cuales fue juzgado y condenando no ocurrieron. Todo lo
contrario, está debidamente probado que el expresidente recibió un apartamento
en una zona exclusiva de la capital brasileña como coima para que aprobara el
gobierno un proyecto que estaba en sus trámites legales. En la época del
absolutismo esto podría ser corriente, porque la persona del rey estaba por
encima de la ley. Pero no ahora. La democracia se soporta sobre tres elementos:
un sistema de leyes, la tridivisión del poder y un sistema electoral. Y si se
trata de borrar de un tajo así sea uno
solo de sus elementos, pues no hay democracia. De lo contrario significaría que
nos hemos devuelto en la historia y que estamos a un paso de consagrar de nuevo
la monarquía con otro nombre. Por encima
de todo está el principio de la democracia con todas sus letras: no cabe el
absolutismo.
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