POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Alvaro Uribe parece un Dios caído. Con la facultad de seducir al electorado, pero con la mala suerte de no
saber escoger sus fichas . De ahí que lo que gana en las urnas lo pierde en los
escritorios oficiales. A él le seduce
estar en contacto con la gente, hablar en tono llano , enamorado del trabajo
para quien un segundo tiene mucho valor
. Empezó haciendo política de casa en
casa, solo, sin padrinos, con unos porcentajes mínimos de aceptación y cuando
se dieron cuenta se había crecido en tal forma, que terminó ganando la primera nominación
presidencial. En la presidencia se dedicó a salir del palacio para encontrarse
todos los fines de semana con los jefes de pueblos y veredas en sus famosos
consejos comunitarios. Logró tal grado de penetración, que la gente resolvió
reelegirlo, aunque hubiera quedado untado un poco con la yidispolitica, pero siguió hacia
adelante. Así duró ocho años en el poder, reformando la
constitución a su vez para poder reelegirse. Y no contento con esto y sin la
posibilidad de otra reelección, decidió lanzar al candidato que en ese momento le daba
más muestras de obediencia, de acatamiento y se comió el cuento de que ese era Juan Manuel Santos,
cuando ya Francisco le había advertido que si
había un Judas dentro de sus discípulos, ese era Juan Manuel.
Y, ahora, curado de espantos lanzó a Oscar Iván Zuluaga y lo
lleva en punta hacia la elección sino se le atraviesa el presidente Santos. Así
que el ciclo de influencia del
expresidente Uribe llega ya por lo menos a doce años, los ocho suyos y los cuatro de Santos y, si gana Oscar Iván, serían dieciséis años, es
decir, el periodo que más o menos han disfrutado del poder presidentes
latinoamericanos del sector izquierdista, como Chávez, los Kischner, Evo
Morales , Rafael Correa y Daniel Ortega. Se inscribe por lo tanto en la historia, al menos como el gran elector durante estos años
de comienzo del siglo XXI. Y viene prácticamente a desempeñar un papel parecido
al de Gaitán en la izquierda. Es decir, Uribe viene siendo el Gaitán de la
derecha. El fervor que se ve dentro de las filas uribistas solo es comparable
con el que se vivía en las épocas de Gaitán, luego en las de Rojas Pinilla y
ahora en las suyas. Por lo tanto se constituye en un líder de época y no de simple coyuntura. ¿ Le funcionará Oscar Iván?