domingo, 9 de noviembre de 2008



CAPITULO I

El ambiente era irrespirable en el convento. Los frailes estaban divididos en dos grandes grupos: los españoles y los criollos, como en las viejas épocas de la colonia; solo que en ese entonces se les decía chapetones a los españoles y ahora los llamaban los euros.
Yo estaba sustraído de la división pues apenas acababa de llegar y no me había informado lo suficiente sobre lo que estaba sucediendo. Pero en todo caso los españoles hacían cargos muy serios sobre pérdidas de dinero, de malas inversiones que los criollos habían hecho en bancos que se estaban quebrando en el país.
De otra parte me daba cuenta de que si bien es cierto se distanciaban los dos grupos en cuanto al manejo de los dineros y las inversiones, en cambio había una coincidencia total en la forma de concebir la vieja religión católica, la que seguía con el cuento de que Jesucristo y Dios eran la misma persona, que la madre de Jesucristo lo había concebido sin menoscabo de su virginidad y cosas por el estilo, ya revaluadas por la nueva teología.

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