viernes, 22 de mayo de 2009

URIBE, EL GRAN DESLIGITIMADOR.

Por: Raúl Pacheco Blanco.

Alvaro Uribe se ha dado el lujo de deslegitimarlo todo, o casi todo.
El partido liberal quedó partido en muchos pedazos como el oficialismo, Cambio Radical y el partido de la U.
El conservatismo se fue todo con él, pero lo deslegitimó. Porque hoy no sabríamos decir si una orden del directorio conservador sea obedecida o por el contrario el uribismo dejaría a los pobres jefes del partido conservador solos, como jefes sin soldados, sin tropa. Se alcanzó a percibir cuando las directivas tuvieron en sus manos imponer su propio criterio para derrotar el referendo, vino una contrafuerza, más consistente, que los obligó a agachar la cabeza. Y se plegaron. Luego el uribismo dentro del conservatismo es más fuerte que sus directivas.
Allí se frustró una gran oportunidad para dejar una política subalterna y optar por otra autónoma, tal como lo sostiene en su columna de El Tiempo (Eduardo Posada C 14-V-09.).
Porque no cabe duda que al derrotar la reelección del presidente Uribe queda como fuerza dominante el Partido conservador, ante el nutrido panorama de candidaturas liberales y la división del Polo Democrático. Así que el partido conservador está deslegitimado. Uribe se quedó o se está quedando con él. En el partido liberal la cosa está igual. Cambio Radical que se creó como plataforma para la candidatura presidencial de Vargas Lleras vino a imponerse igualmente el uribismo y el altanero y atrevido jefe tuvo que plegarse, porque de lo contrario el quedaba por fuera del partido, huérfano y solo.
Vargas Lleras tampoco pudo derrotar el referendo, igual que las directivas conservadoras y tuvo que allanarse a continuar de mala gana en el uribismo, haciendo pucheros, pero sin tener nada qué hacer.
Y Juan Manuel Santos tan ilusionado que estaba con los éxitos de su labor en el Ministerio, tras haber logrado bajas muy significativas de la guerrilla, se encontró de la noche a la mañana que su candidatura se había embolatado en el palacio presidencial.
Y cuando quiso volver a su propio partido para comandarlo, casi pierde el sentido cuando vio salir de palacio al psiquiatra Luis C. Restrepo ungido como nuevo jefe de su propia colectividad.
Quedó igualmente deslegitimado. Ahora trata de decir que ya no salió del ministerio como candidato, sino como bateador emergente en caso de que Uribe no logre tener el bate en la mano.
Lo que sucedió con la rebelión comunera en 1781, el rey la deslegitimó y dejó a Galán con los crespos hechos y a Juan Francisco Berbeo como modesto alcalde del Socorro.

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