sábado, 16 de abril de 2011

POR UNA SOCIEDAD DE BIENESTAR.

POR: RAUL PACHECO BLANCO.

La búsqueda de una sociedad de bienestar implica el traspaso de la función de dar mejores condiciones de vida a las clases menos favorecidas que actualmente realiza el estado, a la sociedad.
El estado de bienestar es un sistema de creación múltiple. Tanto de la derecha, como de la izquierda, han salido iniciativas que han llegado a concretar ese estado de bienestar. Quien primero lo puso en práctica fue el canciller de hierro, Otto von Bismarck, quien trabajó sobre propuestas de La Salle, su amigo y contradictor político. Y desde luego, los socialdemócratas. Sobre todo Suecia, , Austria y Alemania. Ahí se dieron los mejores rendimientos del sistema, que luego ha irradiado alrededor del mundo y en medio de la debacle de las ideas de izquierda, es la que sobrevive con mayor fortuna.
Jurídicamente también se estructuró esa apertura social, con el denominado estado social de derecho, que engloba tanto los derechos de primera generación , como los de segunda y tercera generación. Es decir, desde la libertad hasta el bienestar y el ambiente. Pero en este sistema está de por medio el estado, que por una parte puede llegar a someter para poder cumplir sus promesas. Se trata al hablar de una sociedad de bienestar, de prescindir del estado como intermediario para solucionarle los problemas existenciales a los ciudadanos. Que sea la misma sociedad la que haga los aportes y los entregue, sin más intermediarios . El dinero que actualmente pagan las empresas en impuestos, de ahí saldría el necesario para adelantar los programas de educación, vivienda y salud. La empresa privada se convertiría en el eje del sistema, encargada de dar esas soluciones y estando sometida a la vigilancia del estado, mediante una fiscalización de sus programas. Por una parte se elimina burocracia y por la otra se está a salvo de la corrupción que se traga muchas veces los beneficios que se esperan de tales obras. Aquí en la sociedad de bienestar habría una intervención directa de los beneficiarios, que estarán más al tanto de los programas a realizar, pues la relación trabajador –empresa, es mucho más ágil que la tradicional de trabajador-estado. Aquí el trabajo del estado está simplemente en la verificación del cumplimiento de los planes en todas las áreas de la actividad social, concretadas en la vivienda, la salud y la educación. En esta forma se evitaría también la explotación de una política para lograr el sometimiento del pueblo a los caprichos del gobernante. Se privatizaría la acción social, dentro de un modelo que no se ha experimentado en occidente, pues ha sido hasta el momento, el estado el motor tanto del desarrollo como de la realización de derechos sociales y económicos. En esa forma se superaría el estado social de derecho, que ha sufrido un desgate a través de los años y que solo Europa ha tratado de mantener, mientras que los Estados Unidos aplican otra solución, como la neoliberal que busca el rendimiento económico en cifras redondas, pero sin tener en cuenta la equidad. Habría necesidad de diseñar todo un modelo que contemplara los diversos ángulos del problema del bienestar. Por ejemplo, la obligación de las familias pudientes de ayudar a la educación de los hijos de los parientes pobres, para que mediante esa educación se jalone el bienestar de estos últimos.

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