lunes, 18 de abril de 2011

EL NUEVO SANTANDERISMO.


















POR: RAUL PACHECO BLANCO.

El santanderismo se daba en dos formas : bien como una reacción contra la obra y la vida del Libertador, o bien como una expresión del leguleyismo colombiano.
La admiración seria, ponderada, madura sobre la obra del general Santander era apenas un rito académico, un himno a la bandera o acaso por paisanaje. De ahí no pasaba. Como los partidos políticos arrasaban con todo, en medio de esos aluviones ideológicos que se precipitaban como caballos encabritados, los partidos reclamaban padres, fundadores, hombres que los representaran ante la opinión pública como viva imagen de ese pensamiento. Por eso echaron mano de Bolívar y Santander y los forzaron a reescribir su testamento, para que Bolívar cediera sus derechos al conservatismo para su usufructo de por vida y el general Santander se los endosara al partido liberal, para mejorarle su alcurnia. Quizá vieron que don Mariano Ospina Rodríguez y don José Eusebio Caro por una parte y por la otra, Ezequiel Rojas, eran poca cosa. Había necesidad de darle prosapia a las nuevas estirpes. Y de ahí que naciera tanto el bolivarismo, como el santanderismo , pero ya adheridos como mascarones de proa de los partidos y no como próceres que fueron, de carne y hueso, que nos dieron la independencia. Por eso apareció un santanderismo hirsuto, sectario, que no se compadecía con la prosapia del modelo. Ahora todo esto lo hemos revaluado. Ya sabemos que ni Bolívar fundó el conservatismo, ni Santander el liberalismo. Y que ese Bolívar endiosado, sin errores, inmaculado, no existe. Más cuando recibe una contaminación ambiental que viene de la frontera. Y que ese Santander macartizado, vituperado por odios ancestrales como los de Laureano Gómez , o endiosado por los liberales, tampoco existe. Son nuestros próceres, los que nos dieron la independencia, con la suficiente grandeza como para pasar a la historia, pero hombres, al fin y al cabo. Santander no es el malo de la película, ni tampoco Bolívar es el “tipo” que alumbraba nuestra imaginación como las películas de vaqueros de los años cuarenta. De ese riguroso escrutinio sacamos que Francisco de Paula Santander fue un verdadero estadista, fundador de una patria y de unas instituciones, que le dio vida y forma a un país fragmentado, venido de la Colonia, cuando Bolívar ponía su genio militar al servicio de la independencia y sus ideas se expresaban territorialmente. Cada uno tuvo sus defectos de personalidad, sus actos reprochables, sus actitudes bajas, pero también sus actos de lucidez, de grandeza que definitivamente quedaron como bases de todo lo que somos y aspiramos. Por eso los colombianos somos una síntesis de las dos concepciones de los dos temperamentos. A ese nuevo santanderismo me apunto yo .

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