viernes, 22 de abril de 2011

EL SACRIFICIO DE KATE














POR:RAUL PACHECO BLANCO

Desde que Abraham pensó en sacrificar a su hijo, la humanidad viene sacrificando a sus hijos para bien de ese Dios de la publicidad, del contagio masivo que exige más y más, creando ídolos, con el único objeto de entrar a demolerlos luego, a como sea. El último Dios inmolado fue la princesa Diana, a quien le tocó casarse con un príncipe incoloro, inodoro e insípido . Y éste, prefirió sacar del armario a su amante que dedicarse a los encantos de su mujer, una bella mujer, dulce, ponderada y a ésta le tocó enamorarse de un egipcio con el cual llevó sus amores a la clandestinidad, buscando refugios por todas partes para escapar de los paparazi. Todo fue inútil y la princesa tuvo que morir dentro de su propio carro, tratando de esquivar la mirada morbosa de la gente y la sed de chiva de los fotógrafos y los periodistas. Estos también sacrificados por los grandes tirajes de las revistas y periódicos del corazón, que no les satisface la noticia diaria de las guerras y se meten a la vida privada para escarbarla. Ahora le toca el turno a la bella Kate . Y claro, ya la tienen como una vela, llena de insomnios, de ansiedad, de angustia ante la mirada de sus subalternos del mundo que la quieren ver por aquí, por allá y por acullá. Y como ahora el ideal estético es la delgadez, ella ha no tenido más remedio que buscar esa línea que la deje sola con sus huesos, con una piel escasa que apenas le cubra la desnudez de sus arterias. Y debe llegar viva a la fecha de la boda para que pueda lucir el vestido que habrá de llenar de gloria a su diseñador y lo pondrá de moda de ahí en adelante para todas las novias del mundo. Ese día será el más bello de su vida, según le han recetado desde chiquita y por lo tanto debe recibirlo de la mejor manera. Y por la noche, deberá someterse al examen minucioso del príncipe que se jugará como en una partida de pocker su futuro. Los príncipes han escogido para vivir, luego de la boda, un lugar lunar, al cual le han extraído todo su encanto, toda clase de poesía. Si antes se soñaba con Nápoles o con las islas griegas, ahora se tendrá que soñar con la isla gala que parece más bien el destino de un astronauta en su búsqueda de otros planetas. Ojalá que ellos se encarguen de llenar el déficit de poesía que les deja el lugar escogido para su vivienda. El tiempo lo dirá. Nos tocará si, madrugar a las cuatro de la mañana para empezar a exigirle a los príncipes que de ahí en adelante tienen que aguantarse nuestra curiosidad, so pena de negarles la popularidad. Esa es la democracia.

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