lunes, 17 de noviembre de 2014

LEYENDO A MODIANO



POR: RAUL PACHECO  BLANCO.

 Lo primero que llama la atención en Patric Modiano, premio Nobel 2014 es  su originalidad. Para contarnos lo sucedido en la Francia  ocupada por los alemanes en la segunda guerra mundial, lo hace desde adentro, metiéndose  en el pellejo de los mismos protagonistas, tratando de hallar la verdad novelística, aquella que tiene que ver con las fibras humanas, con la experiencia en profundidad . Y deja de lado la descripción. Al paso de las páginas no queda nada de los lugares, de los sitios en donde se realiza la acción. Eso permite que el tiempo se acorte, que se aligeren los sucesos. Allí  no se encuentra bala perdida. Todo apunta a un objetivo concreto. Por  eso los personajes son como sombras que deambularan y que de pronto intervienen y luego desaparecen.  Es decir, no existe continuidad en la acción. La narración  de tipo cinematográfico no se da, pues el cuadro que pinta Modiano lo hace a la manera de los impresionistas, con pinceladas discontinuas, creando una nueva realidad en donde entra la atmósfera  a formar parte del paisaje. Otra de las características de Modiano es la prescindencia de las escenas. La escena, que fue el gran descubrimiento de la novela del siglo XX, en donde se tiene oportunidad de captar una realidad fotográfica, por medio de la creación de elementos, paisaje, personajes y diálogos, no se da. El espacio-tiempo se achica.

Modiano prescinde del marco histórico en que se desenvuelve la novela, para concretarse en el impacto en la vida cotidiana de los personajes que vivieron por esa época, sobre todo, en cuanto al problema judío que desató toda una hecatombe durante el gobernó del nazismo y en la ocupación de Francia . Y desde luego, Modiano desnuda muchas de sus experiencias  y de  su vida íntima cuando las escribe, que fue a la edad de los veinte años, en decir, en plena juventud . Y lo hace con gracia cuando nos cuenta  de la venta de libros viejos con dedicatorias de los autores que el personaje falsificaba. Y la figura del padre, quien aparece intermitentemente, como en hallazgo y en fuga y hasta lo pone a intentar un filicidio. Lo cierto es que uno se va adelante, embobado en la magia de la narración, hasta que termina la novela, en este caso, las tres novelas de la ocupación.

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