viernes, 7 de noviembre de 2014

EL GRADO DEL PRESIDENTE SANTOS


 POR: RAUL  PACHECO  BLANCO.

 Todo iba bien hasta cuando le pusieron la chaquetilla de torero que por momentos hizo recordar a Carnicerito de Málaga en sus buenas tardes . Le habían quitado desde luego las mangas largas. En ese momento pensó en que el expresidente Uribe lo estaría observando y como cosa rara soltara una gran carcajada que atravesaría el océano y llegaría en retorno hasta el paraninfo de la Universidad Camilo José Cela, en donde se realizaba la ceremonia de grado honoris causa del presidente Santos. Y le dolía en donde más duele: cuando se devuelven las burlas como aquella en que  el presidente Uribe Vélez se caló el célebre frac con un chaleco blanco que sobresalía más de la cuenta que la  chaqueta. Esa se la gozó el presidente Santos con el sadismo con que suelen hacerlo  los bogotanos a la gente de tierra caliente cuando se visten  en tierra fría. Mas cuando se trataba de un montañero de pura cepa.  Pero faltaba todavía algo más en la fastuosa indumentaria : el sombrero de borlas que espejeaba al menor movimiento del presidente y que si hubiera tenido sonido, daría un tintineo de cristales checos. El presidente no hallaba si reírse o llorar.  No  podía reírse porque hubiera quedado como un cuero ante  los anfitriones de una Universidad tan nueva, que apenas se fundó en este siglo y no tiene el mosto de las universidades tradicionales de España como la Complutense, la de Granada, la Carlos III, Salamanca o Alicante. Apenas está haciéndose a la plaza y por eso necesitaba de actos como este que involucrara varios continentes para  resaltarla ante la opinión  pública mundial. Y le tocó al presidente Santos pagar  los platos rotos. Esta ha sido una noche del carajo, diría Camilo José Cela si estuviera vivo. Y agregaría el premio Nobel 1.989  : “: No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo”. Y lo más grave de todo era que el presidente Santos iba por unas cuantas becas para los guerrilleros desmovilizados y  le salieron con ese título honoris causa y sobre todo, con ese gorro de tantas campanillas que se pudo ver en televisión por todas las cadenas nacionales e internacionales. Menos mal que él tiene capacidad de reírse de sí  mismo, lo  cual le ayuda para paliar semejante momento que desde las toldas uribistas corearían en grupo como  si se tratara de un gol de la selección Colombia.

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