POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Todo iba bien hasta cuando le pusieron la chaquetilla de torero
que por momentos hizo recordar a Carnicerito de Málaga en sus buenas tardes .
Le habían quitado desde luego las mangas largas. En ese momento pensó en que el
expresidente Uribe lo estaría observando y como cosa rara soltara una gran
carcajada que atravesaría el océano y llegaría en retorno hasta el paraninfo de
la Universidad Camilo José Cela, en donde se realizaba la ceremonia de grado
honoris causa del presidente Santos. Y le dolía en donde más duele: cuando se devuelven
las burlas como aquella en que el
presidente Uribe Vélez se caló el célebre frac con un chaleco blanco que sobresalía
más de la cuenta que la chaqueta. Esa se
la gozó el presidente Santos con el sadismo con que suelen hacerlo los bogotanos a la gente de tierra caliente
cuando se visten en tierra fría. Mas
cuando se trataba de un montañero de pura cepa. Pero faltaba todavía algo más en la fastuosa
indumentaria : el sombrero de borlas que espejeaba al menor movimiento del
presidente y que si hubiera tenido sonido, daría un tintineo de cristales
checos. El presidente no hallaba si reírse o llorar. No podía reírse porque hubiera quedado como un
cuero ante los anfitriones de una
Universidad tan nueva, que apenas se fundó en este siglo y no tiene el mosto de
las universidades tradicionales de España como la Complutense, la de Granada,
la Carlos III, Salamanca o Alicante. Apenas está haciéndose a la plaza y por
eso necesitaba de actos como este que involucrara varios continentes para resaltarla ante la opinión pública mundial. Y le tocó al presidente
Santos pagar los platos rotos. Esta ha
sido una noche del carajo, diría Camilo José Cela si estuviera vivo. Y
agregaría el premio Nobel 1.989 : “: No
es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar
jodido que estar jodiendo”. Y lo más grave de todo era que el presidente Santos
iba por unas cuantas becas para los guerrilleros desmovilizados y le salieron con ese título honoris causa y
sobre todo, con ese gorro de tantas campanillas que se pudo ver en televisión
por todas las cadenas nacionales e internacionales. Menos mal que él tiene
capacidad de reírse de sí mismo, lo cual le ayuda para paliar semejante momento
que desde las toldas uribistas corearían en grupo como si se tratara de un gol de la selección
Colombia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario