POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Dar la sensación del cambio para que todo siga lo mismo fue
la enseñanza que nos dejó Tomasi de Lampedusa cuando escribió el Gatopardo.
Ahora también nos vienen con otra solución
gatopardezca : le torcieron el pescuezo a
la propuesta inicial, que era la de crear un tribunal de aforados, con plena competencia
para juzgar a los altos funcionarios del
estado, en vista del fracaso total de la comisión de acusaciones. Da grima ver a curtidos
políticos metiendo basa en semejante entuerto, precisamente para enervar
la acción de la justicia en cuanto a los altos empleados del estado se
relaciona. Y sobre todo, son las mismas
personas que se valieron de ese expediente para
hacer fracasar el proceso 8.000,
que murió de un flaicito corto al center, como dicen los beisbolistas, cuando
se le encargó de ese cometido al insigne
jurista costeño Heyne Mogollón, cuyo nombre y apellido tuve que rescatar de
internet porque ya se me había olvidado. Pongamos, en gracia de discusión, que
se creara el tribunal de aforados y este procediera a instruir los procesos contra los altos funcionarios del
estado, y que luego los remitiera al
Congreso para tomar la decisión final. ¿Qué sentido tiene realizar todo un trámite en derecho, con toda clase de práctica
de pruebas, de cotejo de testimonios,
estudio de documentos, peritazgos, etc, para que luego se lleve a una instancia de carácter
político en donde el derecho se queda en los escritorios de los parlamentarios?. Ya allí, en ese ambiente, todo el caudal
probatorio y todo el procedimiento judicial quedaría completamente relegado, pues se sometería al vaivén de las fuerzas en que se encuentre
dividido el Congreso. Ya allí no se impondría la realidad procesal, sino la mayoría
parlamentaria. Cumpliría la misma labor que la comisión de acusaciones y su
posterior paso a plenarias. De ahí que no se justifique un gasto de estos creando
un tribunal absolutamente innecesario, solo para buscar burladeros para los
funcionarios venales, tal como ocurrió en nuestra historia reciente. Desde ya
se debiera crear un movimiento en contra de semejante elefante negro. Si se ha
de crear un tribunal, debe ser de plena competencia y no sujeto a instancias, tal como fue presentado al Congreso
en su proyecto de acto legislativo y no con las modificaciones que se le
hicieron para permitir una justicia
afeitada que no signifique peligro alguno para toreros tan diestros en el manejo del capote
mañoso . A otro perro con ese hueso.
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