viernes, 14 de noviembre de 2014

EL TRIBUNAL DE AFORADOS


POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

 Dar la sensación del cambio para que todo siga lo mismo fue la enseñanza que nos dejó Tomasi de Lampedusa cuando escribió el Gatopardo. Ahora también nos vienen  con otra solución gatopardezca : le torcieron el pescuezo a  la propuesta inicial, que era la de crear un  tribunal de aforados, con plena competencia para juzgar  a los altos funcionarios del estado, en vista del fracaso total de la comisión de acusaciones. Da  grima ver  a curtidos  políticos metiendo basa en semejante entuerto, precisamente para enervar la acción de la justicia en cuanto a los altos empleados del estado se relaciona. Y sobre todo, son  las mismas personas que se valieron de ese expediente para  hacer fracasar  el proceso 8.000, que murió de un flaicito corto al center, como dicen los beisbolistas, cuando se le encargó  de ese cometido al insigne jurista costeño Heyne Mogollón, cuyo nombre y apellido tuve que rescatar de internet porque ya se me había olvidado. Pongamos, en gracia de discusión, que se creara el tribunal de aforados y este procediera a instruir los  procesos contra los altos funcionarios del estado, y que luego los  remitiera al Congreso para tomar la decisión final. ¿Qué sentido tiene realizar todo un  trámite en derecho, con toda clase de práctica de pruebas, de cotejo de testimonios,  estudio de documentos, peritazgos, etc,  para que luego se lleve a una instancia de carácter político en donde el derecho se queda en los escritorios de los parlamentarios?.  Ya allí, en ese ambiente, todo el caudal probatorio y todo el procedimiento judicial quedaría  completamente relegado, pues se sometería  al vaivén de las fuerzas en que se encuentre dividido el Congreso. Ya allí no se impondría  la realidad procesal, sino la mayoría parlamentaria. Cumpliría la misma labor que la comisión de acusaciones y su posterior paso a plenarias. De ahí que no se justifique un gasto de estos creando un tribunal absolutamente innecesario, solo para buscar burladeros para los funcionarios venales, tal como ocurrió en nuestra historia reciente. Desde ya se debiera crear un movimiento en contra de semejante elefante negro. Si se ha de crear un tribunal, debe ser de plena competencia y no sujeto  a instancias, tal como fue presentado al Congreso en su proyecto de acto legislativo y no con las modificaciones que se le hicieron para permitir una justicia  afeitada que no signifique peligro alguno para  toreros tan diestros en el manejo del capote mañoso . A otro perro con ese hueso.

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