lunes, 2 de agosto de 2010
EL SAN MARTIN DE LYNCH.
POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Leyendo la biografía de San Martín del historiador inglés Jonh Lynch ( San Martin, Planeta, 2010 )experto en cuestiones latinoamericanas, se da uno cuenta de la lucha interior que debió realizar el general, para sincronizarse con su época, para dar con el papel real que debía desempeñar no tanto un libertador como un forjador de nuevas instituciones y un organizador de un estado que sale de la colonia.
Primero debemos tener en cuenta su mentalidad liberal, que le impedía cometer excesos en materia de fuerza, de tomar medidas drásticas ante determinadas situaciones de orden público. Sobre lo cual no tuvo dudas en cambio el otro Libertador del Norte, Simón Bolívar.
De ahí que San Martin luego de la independencia de Chile y cuando realizaba su última gestión, para dar en el corazón del imperio español en América, que lo era el Perú, se echó para atrás y luego dio un paso al costado, para que otros, con más agallas, o con menos escrúpulos, se le midiera a la situación que daba para que un dictador se impusiera. Y ahí estaba Bolívar, quien le gana el muñequeo de Guayaquil y prácticamente se pone a disposición suya , porque él considera que no es la persona indicada para tomar medidas drásticas.
Pero el todo no estaba ahí y se encuentra uno con que las grandes contradicciones que se presentan a lo largo de la vida y del pensamiento de Bolívar, también se encuentran en el caso de San Martin.
Esa mentalidad liberal , luego de la decepción de no poder hacerle frente a la situación del Perú , se torna en una aceptación de las dictaduras, como elemento clave para dirigir un país recién independizado, por la complejidad de la situación, que requiere medidas drásticas, despóticas, según sus palabras. Y por eso le da el respaldo a la dictadura del general Rosas en Argentina y teóricamente alaba esas medidas coercitivas que de no darse, no garantizarían la estabilidad de un orden que se quiere establecer. Así que San Martin le da la razón a Bolívar, quien luego del atentado del 28, tuvo que imponer el estado de sitio y recortar las libertades, pero sin que esta fuera la línea de pensamiento en situaciones normales. Por eso a Bolívar se le juzga por ese periodo, pero no se tiene en cuenta que además de haber hecho la independencia, se dedicó a crear un estado y darle unas instituciones, que si bien tuvieran algo de las ideas ilustradas, no por ello dejaba de reflejar la realidad latinoamericana, intuyendo que estaba creando una nueva civilización, reconocida ahora como una de las civilizaciones realmente existentes, como lo sostiene Huntington en su libro sobre el choque de las civilizaciones. En tanto que San Martin y O’ Higgins, no pasaron de ser libertadores, pero no forjadores de un nuevo orden, como si lo fue Bolívar.
Ya como lo había hecho con el libertador del Norte, en una biografía que con el tiempo se convertirá en clásica, Lynch nos da ahora una visión muy ponderada de lo que fue el papel de San Martin en el Cono Sur, antes Rio de la Plata. Con ese realismo de los ingleses, con esa ponderación de juicio que se miden ante los excesos y podan las cosas de tal manera que se dé un conjunto equilibrado, nos pasea por la vida y la obra de San Martin.
Cualquier estudio que se haga sobre la independencia de las naciones latinoamericanas, tiene que pasar por la biografía de esa trilogía de Libertadores, como lo fueron Simón Bolívar, José de San Martin y Bernardo O’Higgins.
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