viernes, 13 de agosto de 2010
LA TARDE DE LOS PARAGUAS BLANCOS.
POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Algunos sentirían nostalgia. Los viejos gaitanistas recorrerían palmo a palmo todos los recodos de la plaza para ver qué se había hecho aquel pueblo que vociferaba ante el verbo de Gaitán, el dios de la plaza pública. Echarían de menos la voz alicorada del hombre que alcanzaba el climax emocional gritando : abajo los hijueputas godos. Y otro con Gaitán, a la carga. Los liberales del MRL extrañarían las pancartas de pan, educación y techo. Y las voces de Alvaro Uribe Rueda , quien se fue con a todo su potencial intacto en el alma, cuando el país esperaba tanto de él. Y la figura aristocratizante de López Michelsen, quien se disfrazaba de izquierdista para asustar a las oligarquías, pero no para bajarlas del curubito como lo quería Gaitán, sino para hacerlas sufrir. Para meterles un susto . Y luego reírse con un whisky en la mano en el Jokey Club. Los obreros recordarían sus primeros de mayo con sus pancartas al hombro, llenos de ilusiones para que el salario mínimo subiera por lo menos lo que subía el costo de la vida, o de pronto para que hubiera empleo, con sus caras pálidas por las cuchilladas del frio que bajaba de Monserrate y Guadalupe. Los belisaristas también soñando con pajaritos preñados, porque Belisario se había convertido en el Lenín godo que redimiría al pueblo con el slogan del Si se puede.
Todo eso se había esfumado y ahora la plaza de Bolívar se la habían tomado todos aquellos contra los cuales se vociferaba antes, contra las oligarquías, que ahora hacían el papel de pueblo, pero ya no parados, como el verdadero pueblo, sino sentados y con paraguas, para protegerse de la lluvia y del sol. .Toda
ésta gente sentiría nostalgia, mientras otros se llenarían de gusto al ver a su primera dama, una señora tan elegante como bella y un presidente inspirado que le vendía sueños a su patria y a los patriotas del montón. Y ante tanto jefe de estado de los pequeños países, mientras los grandes hacían mutis por el foro. Porque faltaron a la cita Obama, Sarkosy, quien ya no tenía a Ingrid en la selva arrullada por la guerrilla, Berlusconi. Cameron, o por lo menos la reina Isabel y, el príncipe Felipe se vino sin Letizia; y tampoco Putin, Angela Merkel o un cardenal papable, o Aliminajed, o Netanyahu. Pero ese fue nuestro 7 de agosto.
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