Esta es la historia del guerrero total. Un hombre que llega como experto dinamitero a volar un puente durante la guerra civil española. Pero no es un mercenario.
El está de acuerdo con los republicanos y lucha a favor de ellos. Vive en la montaña y allí encuentra su amor en María. De ahí en adelante se teje una historia de amor en la montaña, que daría la impresión de una fugaz relación y de pocas raíces. Pero con el paso de los dias, y en medio de la dureza de la vida en la montaña, se ve que en ellos ha nacido en realidad una relación que vale la pena.
Desde el primer momento el lector sabe que se va volar un puente. Pero los capítulos pasan y el puente cada vez se hace más lejano. Mientras tanto se desarrolla esa difícil relación entre extraños que llegan por esos avatares del destino a convivir. Ya al final y luego de esperar durante todo el tiempo la voladura del puente, se produce este. Con éxito inicial.
Y cuando ya todos subían engolosinados por el éxito de la operación, viene el bombardeo del enemigo que deja a Roberto, el inglés, como le decían, lisiado. Pero allí es donde se ve el ánimo guerrero , porque en lugar de esperar a que lo carguen hacia la ciudad en busca de cuidados y de curación, se despide de todos y les ordena que lo dejen solo.
Se atrinchera detrás de su ametralladora, sentado o mejor tirado en el suelo, pero con el arma lista, para que cuando aparezca el enemigo librar el combate definitivo. Así que buscaba morir en su elemento, combatiendo y no en una sala de hospital
Cuado se va a producir este hecho, la novela se termina y el novelista deja que el lector cargue con el resto de las escenas finales por medio de su imaginación.
Da la impresión en esta novela, que Hemingway hubiera visto esta versión en cine y luego la llevara a la prosa. Es tal el cúmulo de detalles, de desarrollos, prolijos, prolongados. Es tal la dinámica, la acción que se desenvuelve, que mas que leyendo un libro o novela, pareciera que se estuviera viendo una película.
Es decir, Hemingway le ahorró a los productores de este relato cuando fue llevado el cine el contratar guionistas, porque la misma novela parece un guión. Es la esencia del realismo. De la palabra limpia, sin adornos, de la persecución de una realidad que quiere transmitir intacta, sin que la palabra interfiera para nada. En fin, una obra maestra
viernes, 4 de diciembre de 2009
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