lunes, 6 de abril de 2009

CORREO MUERTO :.

Por Raul Pacheco Blanco.

El objeto del correo electrónico es el de acercar a las personas. Darles la oportunidad de que se expresen a través de manifestaciones propias. Cualquier palabra que se escriba en ese sentido, es un comienzo de diálogo.
Desgraciadamente ese objetivo central se ha desvirtuado. La gente encontró un expediente para jugar más tenis o armar paredes, que participar en el diálogo.
Entonces se echa mano de textos ya elaborados, , con fotografías, música, paisajes y se envían a los amigos y amigas creyendo aportar algo, cuando en realidad de verdad no están aportando nada, sobre todo personal que los o las identifique. Eso es lo que yo llamo correo muerto.
Así que se produce un raqueteo de textos que van y vienen, que no enriquecen la comunicación sino que la convierten simplemente en un cementerio del diálogo.
Se han vuelto a poner de moda esas especies de melopeas, cuando se recitaba una poesía y se acompañaba con música. Ahora son textos en que se intercalan con fotografías de paisajes y música de pequeños o grandes maestros para eludir la palabra .
O si no, se envían gruesos mamotretos de obras de otras personas, en afán de conquistar adeptos para su partido o para su clan, cuando podían aprovechar la oportunidad para escribir textos propios y enviarlos, pero no doctrinantes que vienen en los libros y que son conocidos de antiguo.
O también enviar cuerpos esculturales de mujer para divertir a los ancianos que ya no pescan nada, o asomos de pornografía, o textos humorísticos de dudosa calidad, pero que son enviados como si se tratara de lo ultimo en materia de humor.
Lástima grande que se deseche esa posibilidad de entrar en un verdadero dialogo, en que se lancen ideas, en que se controviertan las ideas con altura, en que se diga algo, pero algo que sea de la propia cosecha y no cosecha ajena.
De ahí que me parece muy pertinente se insinúen los derechos de cuarta generación, que consisten precisamente en ordenar el mundo de la informática, en evitar excesos.
Por ejemplo, Robert B Gelman ha hecho una propuesta en que se incluyen algunas normas que deben tenerse en cuenta.: “ Nadie debe ser sometido, sin acuerdo previo, a envíos masivos de correo electrónico no solicitado, de archivos vinculados u otros tipos de correspondencia invasiva.”
“ Nadie debe ser sometido a vigilancia arbitraria de sus opiniones o actividades en línea”.
“ Toda persona tiene libertad para elegir con quien desea asociarse en línea . Nadie debe ser forzado a pertenecer a una comunidad o visitar sitios de la red, que no son de su elección”.
“ Toda persona tiene derecho a distribuir en línea sus trabajos literarios , artísticos o científicos , con la expectativa razonable de protección de sus derechos de propiedad intelectual”.
Por eso es bueno preguntar antes de enviar textos, si el interlocutor quiere que se le envíen o no, así se evitan muchos dolores de cabeza.
Así ocurran cosas como la que me sucedió a mi con Rafael Rueda Prada, el notario que ahora nos acompaña desde otras esferas, cuando yo le dije si quería le enviara textos míos y él me contestó con la mayor transparencia : NO.

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