viernes, 17 de enero de 2014

LA MASIFICACION DE JESUCRISTO.


 POR;: RAUL  PACHECO  BLANCO.

Ahora todo el mundo quiere ser Jesucristo. No como en la Edad Media cuando la gente aspiraba a ser “cómo” Jesucristo.  Por  lo menos seguirlo en sus enseñanzas  y doctrinas. Parecerse al modelo era ya de por si una meta  de vida, por eso la gente se iba a los conventos a buscar ese parecido con Jesucristo.  Ahora con la posmodernidad,   inundada de espiritualismo dada la quiebra de la razón, una persona como Lyotard puede decir como su época lo dijo Nietzsche  que Dios había muerto, ahora ,  que la razón ha muerto. Y en este clima de espiritualidad, se expande por los lados de la religiosidad y no tiende como en la Edad Media a globalizarse en una sola religión, sino a  dispersarse,  descentralizarse, en fundar cada quien su propia religión. Ahí es donde aparece el nuevo Jesucristo, dado por esta etapa poscapitalista, cuando la producción en serie hace que dentro del espiritualismo también prenda  el ansia de la producción en serie. Por eso estamos produciendo religiones por cantidades   todos los días, como si fueran partidos políticos o empresas privadas. Y Jesucristos en serie.  Ya aquella Colombia  unificada en torno a una religión, a tal punto que don Marco Fidel Suarez decía  que su partido sería solo de católicos o , cuando nos mandaba el padre Zaldívar  en el Colegio de San Pedro Claver a echarle piedra al templo protestante de la 27 y ese era el programa de los sábados tediosos de esa época, ya no queda nada.  Antiguos periodistas de prensa, radio y televisión han terminado como pastores  de nuevas iglesias, inaugurando un ciclo alrededor suyo, como Jesucristo, logrando sostenerse a base de diezmos  y marcándoles la pauta en su conducta personal a sus seguidores, como si  la voluntad del pastor fuera la voluntad de Dios. Ahora cada pastor es un nuevo Jesucristo, que es a su  vez, el camino, la verdad y la vida.  De ahí que  en esta etapa electoral los partidos no busquen   para confeccionar sus listas a gente del común, o a militantes políticos, sino a pastores, es decir, a gente que reclute  seguidores y produzca los nuevos votos de la posmodernidad.  Con lo cual se puede volver a caer en el error de meter la religión dentro de la política, como se hizo en siglos pasados, con  tan mala fortuna que unas veces derivaba en que los pastores de la iglesia católica mandaban en el partido , o que la lucha terminara en violencia, en violencia religiosa que es la más cruenta de todas.

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