domingo, 13 de mayo de 2012

LA ESPOSA EN EL ATARDECER.

POR: RAUL PACHECO BLANCO La esposa es la historia al lado de uno. Si uno empieza a sentir nostalgia del pasado, de algún momento determinado, no es sino mirar hacia el costado y ahí está. Y puede revivir cualquier ángulo de esa vida que se ha llevado con la seguridad de que aparece con ella o en ella, para revelar por lo menos, que todavía funciona como un presente retardado, que el tiempo tan fugaz siempre, se detiene un momento y se engasta en ella, que está ahí cuando muerde una manzana, lee un periódico o limpia los anteojos porque tienen un pequeño mugre. Yo creo que si uno la mira a ella buscando precisamente ese pasado, las etapas de la vida van desfilando poco a poco, abreviadas, porque no alcanzan a configurarse cuando ya sentimos que las vivimos. Es como un tacto, es como una piel, que a su conjuro se van tejiendo las historias como un abanico y lo encierran a uno en una certidumbre que engarza el pasado con el presente. Porque la esposa es el engranaje de que se vale la historia para sobrevivir todos los días. Por eso la esposa representa la juventud que todavía está en uno y que se disipa luego cuando se ve al espejo; pero bueno, dentro en cambio todavía revienta, como en las mañanas cuando se empieza de nuevo a ser luego de la muerte nocturna, que viéndolo bien no es muerte, sino otra vida. Porque hemos de saber que a estas alturas también se vive una vida paralela, sin sentido es cierto, pero se vive. Y se tiene ya casi como un programa, como si fuera una serie que sigue por televisión, con capítulos y se quiere descubrir la trama de cada capitulo. A veces allí aparecen los lastres que va dejando la vida, o episodios que nunca han ocurrido, pero que tienen su hondura, su propia hechura. Esta es una ventaja más en esta etapa, porque en la juventud el sueño era más profundo. Y si uno se despierta de noche, está ahí la esposa, también soñando, pero también viva, a tal punto, que si algo ocurre, no es más que estirar la mano o el brazo y está allí. Así que la esposa es un seguro para todo: para el sueño, para la nostalgia, para la vida. Si se quiere llorar por algo que fue y nunca volverá a ser, no se requiere sino tocar esa mano que ha pasado por ese algo que se fue y lo vuelve a sentir. Así que la nostalgia no alcanza a instalarse. La esposa es como una cámara fotográfica que al mismo tiempo emite todas las imágenes que se quieren del pasado, le dan la misma temperatura que tuvieron y no se quedan en la sola imagen. O como una casetera en donde se guardan todas las películas que se quieren ver, eternamente dispuesta a abrirse en pantalla para exhibir lo que uno quiere ver. Todo el pasado está en ella, palpitante, vivo, como un corazón descarnado que vibra. ¿ Existirá un mayor milagro que éste?

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