sábado, 26 de mayo de 2012

LA CORTE ESTA LEGISLANDO A PEDAZOS.

POR : RAUL PACHECO BLANCO. Se ha desvirtuado en tal forma el sistema de la tri -división de los poderes, que la incursión en las áreas de otros poderes se ha vuelto una costumbre. Ese rígido esquema que antes existía ahora no existe. Y no solamente es la invasión del ejecutivo sobre los demás, sino también la entrada en escena del judicial que ha adquirido un inmenso poder, dilapidando entre otras cosas, el gran prestigio acumulado a través de los tiempos, cuando solamente llegaban a las cortes personas muy preparadas y con una enorme vocación para el derecho, sin que el tufo del poder los moviera en alguna dirección. Ahora el legislativo fabrica las leyes, pero no las hace. Las hacen tanto el ejecutivo a través de todo el tren administrativo, como las Cortes, en sus sentencias, que luego adquieren el carácter de bula papal al convertirse en jurisprudencia, que es palabra mayor en derecho. Pero la Corte Constitucional no está legislando en forma completa, sino a retazos, colocando en una sentencia algo, que más adelante trata de unir con otra, a salto de mata por entre los atajos constitucionales, hasta lograr un tejido que en últimas viene a condicionar al legislativo. Así que cuando llega al legislativo alguna iniciativa, lo que éste hace es añadir las sentencias o la jurisprudencia de las Cortes, que han venido insinuando en sus fallos. El centro del sistema ya no está en el Congreso, sino en el entorno que le señalan las sentencias de las Cortes y el ejecutivo. De eso se nutre y se cierra. El Congreso es actualmente una máquina que hace leyes como si hiciera salchichas, en donde se van acomodando cosas que entregan los proveedores, Corte y Ejecutivo y ellos simplemente procesan esa materia prima. Ellos fabrican leyes en serie, en una labor mecanizada, industrializada, para colocarlas en el mercado a ver cómo les va con los sectores consumidores. El consumismo ha llegado hasta las leyes. De ahí que valdría la pena reconsiderar el papel de los poderes, con el objeto de que se adecúen a una realidad que se está imponiendo, por una u otra causa, para que algunas leyes , por ejemplo, fueran hechas por las Cortes, con el control Constitucional de la Corte Constitucional, mientras que al Congreso solo se le dejarían las de más fácil trámite. Y para surtir el proceso democrático pasarían por el Congreso para su aprobación, en la misma forma como ocurre actualmente con el presupuesto y el plan de desarrollo, que van al Congreso simplemente de paseo, pues el debate y las reformas son mínimas y no alcanzan a variar la sustancia o los objetivos buscados. Pero no se puede seguir legislando a pedazos, o impulsando la legislación desde las Cortes, cuando la constitución manda otra cosa. Ahora, las normas que tengan un contenido esencialmente político, si estarían sujetas a todos los debates que se requieran en el Congreso, pues de lo contrario, se desvirtuaría la democracia y terminarían mandando los jueces, que no tienen un mandato directo del pueblo, legislando, mientras que el Congreso que si lo tiene apenas sirve de espectador. Lo que cabe también es un examen de conciencia del mismo Congreso, para darse cuenta de su pérdida de capacidad para interpretar y presentar con alguna solvencia los proyectos de ley de verdadera importancia.

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