sábado, 22 de agosto de 2009

EL SUCRE DE MAURICIO VARGAS.

POR: RAUL PACHECO BLANCO.

La novela en Colombia cambió de tercio. De la novela de la violencia con narcos y guerrilleros, se pasó a la novela histórica.
Se resolvió explotar la veta que abrió Umberto Eco y que en Colombia de pronto fue Espinosa el pionero con su Tejedora de Coronas.
Ultimamente el giro parece ser hasta latinoamericano, pues Andrés Neuman, un argentino residenciado en España, ganó el premio Alfaguara con el Viajero del Siglo, que retrata las épocas de la Europa de la Restauración. Pero en esta, la novela se impone sobre la historia. Porque ésta apenas se toca, para ambientar la novela, pues los personajes tienen tal fuerza, que se imponen y crean su propia historia, saliendo adelante con un relato que agarra.
En cambio en Colombia, desde la Tejedora de Coronas el afán mayor en elaborar este tipo de novelas, ha estado centrado en sacarle provecho a la prosa y darle un giro poético.
Así que la formula es esta: escoger un hecho histórico, investigarlo y luego recrearlo, poniendo un narrador que abrevie los capítulos , sin darle mayores posibilidades a los personajes en sus diálogos y en sus acciones, con la morosidad con que lo hace la novela.
Espinosa logro sacarle un gran provecho, pues verbalmente es una catedral. Luego William Ospina haría lo mismo con sus dos últimas novelas El País de la canela y Ursúa, pero ya en él prima la poesía, que se injerta en la prosa.
Víctor Paz se arriesgó con la biografía de Obando, también dentro de esa misma apreciación de poeta, como Ospina.
Juan Gabriel Vásquez igualmente saltó a la plaza con su Historia de Costaguana, desprendiéndose un poco más de lo histórico, para recrear su admiración por Conrad.
Enrique Serrano le siguió la pista a sus ancestros y se fue hasta España para poder ambientar su relato.
Es decir, todos se han salido de la realidad presente para volver hacia la historia, cansados talvez de llover sobre mojado con el cuento de la guerrilla, el narcotráfico y el paramilitarismo.
Ahora lo hace Mauricio Vargas, pero con menos fortuna bajo el punto de vista literario.
El realizo una gran investigación sobre la vida del mariscal Sucre, pero se ciñó más a los textos históricos que arriesgarse a novelar el personaje, valiendose de la imaginación y de la poesía..
Se tomó también a un narrador, que pasa al vuelo por infinidad de acontecimientos e intercala los diálogos disminuidos entre la frase que ya no tiene la poesía de Ospina ni de Paz, ni de Espinosa, sino la del cronista o periodista que es, curtido en su oficio y del cual no se puede desprender.
Pertenece más bien al genero de una crónica histórica, bien hecha, pero sin el aliento de la novela, sin detenerse a crear un mundo presente, que nos de la oportunidad de participar en una realidad que se está haciendo en la misma novela.
Así que la figura de Sucre se queda en la bruma porque no aterriza, no nos da la sensación de un personaje de carne y hueso, sino de un héroe remoto cuya vida nos la está contando un historiador o un cronista, pero en ningún caso un novelista.

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