sábado, 26 de julio de 2008

LA GATA DE LA ACCION CATOLICA.

Cuento.

Por: RAUL PACHECO BLANCO.


Camine y nos tiramos la gata de la Acción Católica, les dijo Miguelito el gato de las Escandón a sus compañeros de manada.
Y se fueron.
Conchita, la gata de la Acción Católica, había pasado mala noche pues estaba recién instalada y la vivienda daba mucho que desear, ahí en el patio, al frío de las madrugadas y cuando llovía tenía que ponerse a chillar, con un sentimiento, que la empleada al fin se conmovía y le abría la puerta del salón para que pasara la noche, junto al altar donde se paraba el cura para los sermones.
Tenía unas ojeras inmensas ese día pero a Miguelito le parecieron embrujadoras y de ahí valió para entrar a mendigarle a Conchita un beso, que por cierto obtuvo sin mucho esfuerzo, lo que vino a desestimular un tanto a Miguelito, quien ya sobre la marcha cambiaba su primera intensión libidinosa por una casta y pura al ver la fragilidad de Conchita.
Los demás gatos solo esperaban su turno para entrar a lo suyo, pero Miguelito se curó en salud y cerró la puerta del salón de conferencias, donde Conchita se había refugiado esa noche porque había llovido.
La manada se resintió primero pero no expresó reacción alguna y de dedicó a esperar.
El tiempo pasaba y la puerta seguía cerrada, mientras la lluvia arreciaba de nuevo y la impaciencia se manifestaba en arañazos sobre la puerta, que en su momento se abrió y se pudo ver la cara de Miguelito con la pata sobre la boca, para decirles que no hicieran ruido, porque a Conchita le dolía la cabeza y no podía atenderlos como se merecían. Que luego le habia dado una pasta para el dolor y se habia quedado dormida..
Los gatos se asomaron y vieron a Conchita dormida, roncando, y aún así insistían en seguir.
Dejémosla dormir por esta noche, les dijo Miguelito. Y les agregó: mañana volvemos a intentarlo de nuevo.
Los gatos se resignaron y se dijeron entre si: otro día será y empezaron a salir en fila india hacia el tejado, con ánimo evidente de derrota.
Los días pasaron y Conchita resultó embarazada.
La Junta directiva de la Acción Católica se reunió en forma extraordinaria para tratar el caso del embrazo de Conchita.
La Presidenta, una señora muy bonita, inteligente ella, les dijo de entrada que había que salir de una vez de esa gata licenciosa que le daba mal ejemplo a las solteras de la organización y atentaba contra la moral del barrio.
La vicepresidenta estuvo en parte de acuerdo pero enfatizó de una vez que era mejor envenenarla, como lo hacía ella con las ratas y los ratones, pero la tesorera se iba desmayando al imaginarse la muerte del animalito que ella consentía, dejándole un plato con leche y migas de pan que la gata devoraba con buen apetitito, porque la comida de la casa era poco cristiana con ella.
Mas bien afirmémosla en valores dijo otra y tanto la presidenta, como la vicepresidenta, que son muy buenas conferencistas, lo pueden hacer.
Ellas son diestras en comportamiento y salud y eso es lo que le viene bien a la gata.
La presidenta reaccionó y siguió insistiendo en lanzarla de allí, que buscara asilo en otros lugares menos comprometidos con la moral y las buenas costumbres.
La vicepresidenta, ya había tomado su celular y llamaba con insistencia a su casa, para que le localizaran el veneno para ratas y que se lo llevaran hasta el claustro.
Vinieron otras propuestas pero ninguna llenó las expectativas de la mayoría y cada quien se afianzaba en la suya. Faltaba consenso.
En ese momento, Benita, la revisora fiscal que había permanecido callada se puso de pie y fue rebatiendo, una por una, todas las propuestas.
La del destierro le pareció un tanto anti-crisitiana porque no se atendía aquel llamado de Cristo de dar posada al peregrino. La del veneno le horrorizó y dijo que solamente a personas perturbadas mentalmente se les ocurría semejantes soluciones y estuvo a punto de recibir una reprimenda de la vicepresidenta, que casi se levanta en señal de protesta y se va, ante semejante tratamiento de su colega en la fe.
Pero se contuvo y aguantó el chaparrón.
La del curso de comportamiento y salud se refirió en forma despectiva señalando aquello de “árbol que nace torcido, nunca su rama endereza”, como le había ocurrido a ella al sembrar un árbol al frente de la Acción Católica y a pesar de la belleza de los lirios, su tronco tenía la misma inclinación que la torre de Pisa.
Yo propongo más bien otra solución: como no podemos permitirle el aborto, pues tenemos unos principios muy arraigados al respecto, dejemos mejor que nazcan los gatitos, cuidamos a la gata en su parto y sobre todo en la depresión del post-parto y luego la mandamos a esterilizar.
Todas estuvieron de acuerdo en que esa era la solución y decidieron que el veterinario se la hiciera, corriendo con los gastos de clínica por cuenta de la organización y en ese momento la revisora fiscal dijo que ella cancelaba los honorarios del cirujano y de ahí en adelante, eso si, que haga lo que le de la gana.
Los días corrieron , el parto se produjo en medio del regocijo de toda la organización, que llevaba toda clase de regalos para la joven madre y luego del postparto, en que Conchita efectivamente anduvo muy deprimida, decidieron llevársela al veterinario..
Al día siguiente vieron salir con la gata en los brazos a la administradora de la casa, acompañada de su marido, para acompañarla en la operación.
Miguelito, el gato de las Escandón comentó apenas : si esto paso sin operación ,¿ cómo será ahora que tiene licencia de las señoras de Accion Católica?.
Y efectivamente, a la siguiente noche ya estaba toda pispireta, subida en el tejado, esperando a su selecta y nutrida clientela, entre quienes estaba el gato de las Escandón.

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