sábado, 26 de julio de 2008

EL ESCORPION DE HIGUITA.

Por: RAUL PACHECO BLANCO.



Solamente a un loco se le ocurre hacer una jugada de ésas, en que se vuela como una gaviota, en este caso de frente, para darle curso a la pelota que viene y detenerla no con las manos, como es lo usual, sino con los pies.
Es decir, como en otro plano el escorpión que se enrolla sobre sí mismo para clavar el aguijón, pero en un vuelo que ya lleva arte y no de manera rastrera.
Podría decirse que la chilena es la jugada más vistosa que se pueda hacer en fútbol, por lo espectacular, por lo bonita, por lo diestra, pero ella va con un criterio ofensivo, cuando todo el cuerpo se convulsiona para volverse de espaldas y tirar al arco, con fuerza, con todas las ganas de que se capaz.
Pero aquí, en esta jugada no hay pierde, porque si entra el gol se produce el delirio, la plenitud y si no entra queda una sensación de acercamiento hacia la meta y ese murmullo que se desprende de la tribuna es apenas comparable con el estruendo de la ola cuando se rompe contra la roca, en pleno domingo y con tribunas llenas.
En cambio en el escorpión, el portero se las juega todas, porque si falla en su intento y el gol entra, su contrato con el club llegara hasta ahí y se juzgará sin piedad la irresponsabilidad que tuvo al hacer la jugada desgraciada.
Ahora, si le sale bien, se cubre de gloria. Como le acaba de ocurrir a René Higuita con su célebre jugada de la cancha de Londres que le dio la vuelta al mundo y entra a figurar ahora en la antología de las jugadas geniales.
Tambien hay que tener la suficiente precaución de ver si el tiro viene con fuerza o no, porque si llega en globito, como seguramente le llegó a Higuita, se puede arriesgar , pero si es un balazo como esos de los brasileños de media distancia no tiene tiempo de pensar en esas florituras.
Además, no en todos los partidos y en todas las circunstancias se puede atrever a ejec utarla, porque algo va de un partido de exhibición como el que se llevaba acabo en Londres cuando se ejecutó, a uno de campeonato en donde se deciden los puntos con los nervios crispados tanto en la tribuna como en la cancha y que está sujeto a que un solo deslíz sea suficiente para echar a perder el partido.
En el fondo Higuita es un artista, porque si no tuviera esa alma que lo lleva a comunicarse con esa materia que se fuga, pero que está allí y hay que tener el suficiente talento para cazarla a tiempo y no dejarla escapar, no hubiera recibido ese hálito de creación que lo llevó a elevarse en el espacio para quedarse en el tiempo, suspendido de una ilusión que lo llevaba a mundos diferentes, como ese escorpión milagroso bajo la neblina de Londres.

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