viernes, 18 de julio de 2008

LA PESTE DEL “MANO”.

Por: Raúl Pacheco Blanco

Hace unos años a los raizales de esta región, se les ponían los vellos de punta cuando alguien los identificaba por el dígame, que se insertaba en la conversación porque si o porque no. Cuando se quería fustigar algo, se decía, pero¡dígame!. Es decir, como una expresión de júbilo. Si se trataba de agraviar a alguien se le decía, pero dígame, qué se puede esperar de usted. O si se quería elogiar algo, un buen plato, se decía, este plato está muy bueno, ¡dígame!. Era una expresión que identificaba la gente oriunda de esta región, porque en Bogotá, en la Costa, en Medellín o en Pasto, la gente inmediatamente, señalaba: usted es de Santander. Otra expresión que marcaba territorio, como dicen las señoras, era el hijuepuerca, que reemplazaba con holgura la palabra más fuerte y que evitaba referirse al ser más querido, la madre. Pero estas expresiones se extendían tanto a las clases sociales como al sexo, es decir, todos las pronunciaban; sin distingos de ninguna naturaleza. Ahora la sociedad se ha pluralizado y de acuerdo con cada segmento de población, manejan su propio lenguaje.
Los muchachos despojaron de toda connotación social a la palabra marica, que antes producía un balazo, una puñalada o una trompada. Ahora las niñas son maricas, quiubo marica le dice una niña a la otra. Los jóvenes desmitificaron las palabras alevosas y las convirtieron en medio de comunicación, de cercanía, de cariño. Esta hijueputa ya me tiene mamada, le dice una niña a la otra. Así que los jóvenes manejan una jerga distinta a la de los adultos, dentro de código, diferentes. Un viejo no le dice al otro: quiubo marica, porque se pierde la amistad. Antes se diferenciaba a boyacences de santandereanos porque estos utilizaban el hijuepuerca y los boyacences el su merced. Ahora hasta en las plazas de mercado de Santander, el su mercé, es el trato natural con la clientela. Así que todo el adelanto cultural que ha habido, es el paso del hijuepuerca y el dígame, al su merced y al mano, que es el último grito de la moda y que identifica a todos los raizales de esta región. En las cuñas radiales, en el saludo, en las vallas todo empieza o termina, con mano. Cuando a Valdivieso el exfiscal, quieren identificarlo en la Luciérnaga de Caracol, siempre empiezan con el quiubo mano. Y canciones malísimas , que muelen el “mano “ sin piedad desde plataformas adornadas con niñas bonitas , haciendo el simulacro de bailar, para que la gente se indigeste con el “mano” que suena hasta indigestarnos de sonido. Otros comentarios: raulpachecoblanco.blogspot.com

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