viernes, 27 de junio de 2008

ENTRE LO POSTMODERNO Y LO POSTSECULAR.

Por: Raúl Pacheco Blanco.

Francois Lyotar hablaba del fin de la modernidad en la “Condición Postmoderna,” (rei Mexico-1993) para referirse al agotamiento de todo aquello que fue formándose para superar la Edad Media, como el Renacimiento, la ilustración, la enciclopedia y la revolución francesa de 1789 y que se engloba en el término de la modernidad, o moderno. Y como producto de esa modernidad el imperio de la razón como máximo criterio de evaluación y de comprensión de la realidad. Todo ese afán de compromiso con la razón queda roto con el holocausto judío que es la mayor expresión del irracionalismo. Eso sostiene Lyotar, pero no avanza de ahí a diseñar el perfil de esa nueva Epoca que está naciendo. Otros en cambio como Marshall Berman (siglo XXI, 1998), Alex Collinicos ( Ancora editores, 1993 )se atreven a darle perfil señalando que la arquitectura moderna, ese patrón de carácter universal, donde predomina la línea recta, está cediendo a un estilo asimétrico o volviendo a los arcos para quebrar la monotonía de las cajas de bocadillo de cristal. El derecho igualmente evoluciona, tratando de particularizar, abandonando el esquema universalista, general. En lo religioso una vuelta a la espiritualidad, lejos del patrón netamente racionalista para poder vivir la fe en una creencia, por fútil que sea, porque hasta la religión maradónica se ha creado; la mística por los artistas, ( Juanes,Shakira, Vives), en el fútbol con la pasión del hincha, que supera ya los viejos sectarismos de partido, la proliferación de las religiones. En la pintura las instalaciones, abandonando el cuadro al óleo, en literatura la intertextualidad, la vuelta a la historia, como es el caso de las novelas de Umberto Eco. Habermas utiliza otra terminología y habla de la sociedad postsecular, que viene a ser lo mismo , o sea el agotamiento de esos ideales modernos de secularización para romper el esquema religioso, pero aún con posibilidades de desarrollo, como los árboles cuando los podan, mediante algunos ajustes a la modernidad. Volver a darle ámbito político a la religión, o lo religioso, dentro del marco de la democracia, darle validez racional a los valores religiosos de la trascendencia, cosa que le causa escepticismo a Florez de Arcais, porque la religión habla en otro lenguaje que no entiende la razón y soporta el peso de su dogmatismo que no va con el consenso democrático. Pero desde luego el esfuerzo de Habermas de armonizar el juego de la razón con el de la fe, ese viejo problema de la humanidad, bien viene en estas épocas de la globalización, del enfrenamiento de religiones, del “choque de civilizaciones” de que habla Huntington, para tratar de avenir la civilización occidental, ahora en decadencia, con la civilización oriental encarnada en las nuevas potencias emergentes como China y la India.

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