lunes, 23 de junio de 2008

JUAN FRANCISCO BERBEO EL MAQUIAVELO COMUNERO.

Por Raúl Pacheco Blanco.

La ambivalencia marca la actividad desplegada por Juan Francisco Berbeo durante el transcurso de la rebelión comunera.
Por eso está ceñido a un cálculo previo, tomando toda clase de precauciones, dándose seguridades en una y otra forma para eludir responsabilidades ante las autoridades españolas, con tanta maña que ellas crean no es en su contra , sino precisamente en su defensa, para contener la turba, para ordenarla y evitar mayores desmanes.
De ahí que le diga a las autoridades españolas que él estaba en su casa, tranquilo, totalmente ajeno a los alborotos, cuando le llegó una cuadrilla de gentes que le invadió su hogar y lo obligó a que se pusiera al frente de ellos, cuando esa cuadrilla estaba formada por sus propios amigos como los Ardila, y otros tantos plebeyos, bien conocidos por él.
Y que su único objetivo habia sido el de mantener el concepto de fidelidad a la Corona y contener al mismo tiempo, aquel desorden.
Pero el discurso ante los criollos era el de defender sus derechos, protestar por el mal trato de las autoridades y la rebaja de los impuestos y además, puestos para los criollos.
Cuando ocurre la batalla de Puente Real, que no fue batalla porque el Oidor Osorio se entregó antes de combatir, Berbeo no se arriesgó , ni se hizo presente en el lugar, se dio sus vueltas para no comprometerse y envió a los demás capitanes como Gregorio Rubio, Isidro Molina, Torres, Tavera y José Antonio Galán, quien aprovecharía por cierto esta oportunidad, para darse a conocer, pues luego de allí salió magnificado y realzado, iniciando su carrera ascendente.
Y le dice a las autoridades españolas que él llegó a Puente Real porque lo llamaron las capitanes comuneros Plata, Monsalve, Rosillo y Ramírez, para que contuviese a la gente de Chima, Simacota, Socorro y Charalá y que estando en Guadalupe le llegó la noticia de que el Oidor Osorio estaba preso y lo habían derrotado.
Que ante ese hecho, él se devolvió al Socorro al no poder remediar aquel atentado contra las tropas de su Majestad.
Su paso a Zipaquirá también se dio al temor de que las gentes se entraran a Santafe y por eso comisionó al indio Ambrosio Pisco para que instalara dos horcas en San Diego una y la otra en San Victorino, acompañado de cuatro mil indígenas con el fin y la orden de ahorcar a quien pretendiese entrar a la capital.
Su llegada a la comandancia general, tambien fue otra cosa que le cayó así, que las gentes levantadas le habian llegado a la casa y le ofrecieron el cargo y al no saber qué empleo era ése, les preguntó qué quería decir Comandante General y le dijeron que era mandar todas las tropas del Común y que el nombramiento se lo hicieron por escrito y lo puso sobre la mesa de la casa y por cierto no sabía a dónde había ido a parar.
Pero Salvador Plata dice otra cosa( pagina 4l8, German Arciniegas, 20.000 comuneros hacia Santanfé, editorial Pluma, l.98l ) : “ Jamás tuve confianza de que procediese a favor del Rey, mediante a que nunca auxilió a la Real Justicia y los dependientes de ella, el alcalde ordinario don Ignacio Angulo y don Francisco Rosillo, lo veíamos estarse paseando delante de la puerta sin venir a defender el insulto hecho a su Majestad”.
Por eso dice Maquiavelo : “todos estos príncipes nuestros tienen un propósito, y puesto que nos es imposible conocer sus secretos, nos vemos obligados en parte a inferirlo de las palabras y los actos que cumplen, y en parte a imaginarlo”. ( carta a Francisco Vittori, julio l.5l3, Internet, Google ).
SUS RELACIONES PERSONALES.


Las relaciones con Salvador Plata también son muy ambiguas. Hacía vida familiar con él, en su correspondencia personal se nota el afecto, pero mientras Plata guarda una misma línea de conducta, la de Berbeo es sinuosa, pues maneja a la perfección sus relaciones con los plebeyos , mientras Plata no, pues su posición es radical y decidida a favor de la Corona ; Berbeo en tanto juega aquí y allá, haciendo enlace a través de Mateo Ardila, el escribano y pariente a su vez de los Ardila, los magnates de la plazuela, carniceros de profesión y a quienes Salvador Plata en cambio no soporta.
Lo cual no obsta para afianzarse en Rosillo, Ramírez, Monsalve, mientras personas como Galán, Isidro Molina, Alcantuz y Ortíz, de origen humilde y plebeyos no obstante ser capitanes comuneros, les va a dar la espalda en el momento oportuno pues Berbeo fue quien ordenó primero la captura de Galán al caer éste en desgracia.
Desde luego Galán ya lo había desobedecido cuando se negó a cumplir la orden de capturar a Gutierrez de Piñeres y si se quiere, traicionarlo.
Pero la relación más intrigante fue la que tuvo con el arzobispo Caballero y Góngora, porque, o se dejó convencer o se vendió al prelado en Zipaquirá, cuando basaba todo su potencial de amenaza con la invasión a Santafe.
O cambió su parecer tras ver garantizadas en las capitulaciones las posibilidades de acceder al cargo de Corregidor de Socorro y San Gil, que se convirtió en su máxima aspiración .
Caballero y Góngora se expresaba bien de él, elogiaba su ascendencia sobre la plebe y su autoridad reconocida.
Y Berbeo no escatimaba elogios para el prelado como se manifiesta en una carta que le enviaría luego, cuando fue nombrado Virrey y que a la letra dice : “ Excelentísimo e Ilustrísimo señor Doctor don Antonio Caballero y Góngora.
Señor: La Real y legítima autoridad que tan justamente hoy reluce como el sol en buestra excelencia se mira el resplandor de la celebridad en que universalmente se solemniza el ascenso de Virrey, Gobernador y capitan General de vuestra excelencia, siendo tan importante esta dicha para todo este reino, y particularmente para mi, de que reciba en hora buena vuestra excelencia con todas las demás circunstancias de alborozo que no acierto a decir, solo si, que en las infalibles veras con que yo le venero, se ve descubierto el gozo con que procuro asistir a tan plausible grandeza; viva en ella vuestra excelencia tan feliz como mi rendido afecto le desea y reciba por tributo de mi obsequio cuantas expresiones caben en un verdadero y agradecido criado con su señor.
Nuestro señor guarde la importante vida de vuestra excelencia en su mayor grandeza muchos años. Puesto a los pies de vuestra excelencia su más humilde criado”. ( German Arciniegas, 20.000 comuneros sobre Santafe, pag 338 ).
No tiene pues apelativos Juan Francisco Berbeo para con el arzobispo y en prosa de domingo se despachó en esa expresión de admiración que el arzobispo debió considerar demasiado tropical.
Luego la exculpación que hizo en la escribanía para salvar su propio pellejo contrasta con el ánimo que mantuvo al frente de las tropas comuneras.
Así que todo ello hace recordar a Maquiavelo cuando en su correspondencia se expresaba de este tenor: “ Desde hace un tiempo a esta parte, yo ni digo nunca lo que creo, ni creo nunca lo que digo, y si se me escapa alguna verdad de vez en cuando, la escondo entre tantas mentiras, que es difícil reconocerla ( Carta a Francesco Gruicciardini , mayo l.52l , Internet, Google).

EL DISCURSO MAQUIAVELICO.


El maquiavelismo como verdad política le seduce, pues se trata más de manipular a las personas buscando un beneficio personal y aprovecharse de las circunstancias para sacar ventajas, que la política como se concebía antes de Maquiavelo, con el diseño de los estados en cuanto a sus instituciones se refiere, al estilo griego.
Así que el discurso maquiavélico está perfectamente elaborado: loas aquí, diatribas allá, esguinces acullá. Me forzaron a aceptar la capitanía, luego la comandancia, me eligieron generalísimo y en lugar de resistirme, elaboré todo un plan para salvar el orden, poniéndome al frente de ellos a fin de evitar los excesos, lograr disuadirlos de entrar a Santafe , en cambio si firmar las capitulaciones y cesar en la rebelión.
Todo salió a pedir de boca, luego lo justo era que así como evité todos los excesos , se me premiara con el cargo de Corregidor del Socorro y San Gil, pueblos que logré unir cuando eran adversarios. La Corona antes quedó en deuda conmigo.
Y el segundo discurso : animé a los comuneros desde el primer momento, alenté sus propósitos, ahí está de testigo Salvador Plata, los organicé de tal manera, que con solo capitanes de segundo nivel pude derrotar al Oidor Osorio en Puente Real , luego elaboré el primer borrador de las capitulaciones, consagrando todos los derechos que exigíamos y como si fuera poco, nos ganamos el cariño del arzobispo caballero y Góngora y el reconocimiento de las autoridades españolas que terminaron nombrándome su Corregidor y luego el indulto, ¿ para qué más?.
Mayor éxito no puede cosecharse por parte de un político que a base de astucia logró todo lo que querían los comuneros, pero a su vez a quienes se combatían terminaban haciendolo su propia autoridad.
No importa si, que en la tropa se manifestara el malestar y el descontento por las sucesivas entregas de los objetivos de la rebelión .
Por eso se hablaba de traición en Zipaquirá. Y por eso se rebeló Galán y Alcantuz, Ortíz y Molina, quienes llevaron los hechos hasta sus últimas consecuencias, pagando con su vida lo que otros animaron desde el principio y luego lo fueron abandonando en la medida de ir satisfaciendo necesidades personales, como ;Lozano de Peralta y los demás capitanes de Santafe, lo mismo que el indio Ambrosio Pisco que volvió al redil preparando las horcas para los comuneros que se atrevieran a entrar a Santafe.
Galán no tuvo la pericia de Berbeo para salir bien librado, no obstante que había puesto la primera piedra con la fuga del visitador Gutiérrez de Piñeres que él llegó a considerar como el seguro que lo sacaría de apuros en un momento dado, a manera de la exculpación de los nobles ante la escribanía para curarse en salud.
Le faltó a Galán el aliento político que derrochó a raudales Berbeo, quien sacó adelante su impronta maquiavélica al hacer carne de realidades aquello de”adquirir principados menos con las armas de otro o la buena fortuna, pues poco esfuerzo les cuesta adquirir un principado a aquellos que de simples particulares se ven levantados a esa altura por especial favor de la fortuna y sin presentárseles el menor obstáculo “
Aquí Berbeo cosechó su cargo de Corregidor, su sueño dorado, envuelto en el manto piadoso de la descentralización del poder, que estaba en Tunja y adquirir mayor autonomía para Socorro y San Gil, a quienes logró reunir a base de talento, para una causa común.
Toda esa red de seguridades que él tomó, lo llevaron a evitarse la salida de la horca, como a Galán, Alcantuz, Ortiz y Molina, quienes pagaron con sus vidas semejante atrevimiento.
Y pudo darse el lujo de morir en la cama y en su ciudad, el Socorro, el 28 de junio de l.795, catorce años después de la insurrección, habiendo testado con anticipación ante el alcalde ordinario don Juan Antonio Durán, por ausencia del escribano público de la época.
Aquí sobran los ideologismos para tratar de darle una u otra interpretación, hasta la marxista que intentó adjudicarle un sesgo revolucionario, cuando no lo había, o dejar impoluto el nombre de tanto prócer de nivel muy irregular, dado el parentesco con uno u otro de tales próceres.
Berbeo fue sin saberlo, un aventajado discípulo del maestro florentino Nicolo Maquiavelo , pero ya en el siglo XVIII, el de las luces, que aquí era de oscurantismo.

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