POR: RAUL PACHECO
BLANCO.
Hay un dicho que dice : un filosofo español es lo mismo que un torero
alemán.Lo recordó Juan Esteban Constaín en articulo de El Tiempo ( 15-XI-012 ) ) para referirse a don José Ortega y Gasset
, escritor de culto para mi generación y según parece para las siguientes a juzgar por el caso de
Constaín.
Ortega, en todo caso,
en su época fungió de filósofo y sobre
todo de divulgador de la filosofía alemana, para ser más exactos. Me parece que
Ortega fue más bien un sociólogo, teniendo en cuenta libros como “El
tema de Nuestro Tiempo”, en donde hablaba que la época , años veinte del siglo
pasado, era el tiempo de las masas, cosa que lo corroboraban los marxistas,
pero desde otro ángulo : el de la lucha de clases.
Ortega en cambio se refería a la pérdida de calidad humana por la insurgencia de una generación o generaciones
que no se exigían a si mismas como personas, que querían pasar a la gorra, aceptando todo, o
escondiéndose, conformándose, más que haciendo.
Por eso hablaba del hombre-masa, como aquel no que no se exigía
nada, que iba con la corriente, que no pensaba por si mismo. Y se convertía en
un “señorito satisfecho”, al cual ya no
le cabía un tinto de vanidad, pero sin que ese talante correspondiera a nada en la realidad, Puro viento.
Resultaba pues, un discurso atractivo para la juventud, en su afán de
superación, que en mucho se parece a la literatura que ahora está de moda y que
es el aprendizaje del buen vivir.
En cuanto a la filosofía, él hablaba del “raciovitalismo”, es decir, que la razón debía
estar al servicio de la vida, influido por los filósofos alemanes de la época.
Si le alcance esa teoría para ser filósofo no estoy en capacidad de sostenerlo,
pues hay mucho encono contra Ortega,
como fue el caso de Rafael Gutiérrez Girardot, que salió de Firavitova y se hizo filósofo y se fue a Alemania, con
el propósito de destruir el nombre de don José y ponerlo por los suelos, como
un auténtico simulador y descrestador de postín, porque no sabía hacer almojábanas.
Ahora, el aspecto formal de su prosa era otra de las cosas
que nos llamaba la atención, por el estilo bien cuidado, bordeando la belleza
siempre y que para algunos resultaba exagerado.
De ahí que era una buena guía para aprender a escribir,
además de ir aprendiendo otras cosas de la mano de don José, quien ya desde
esos años iniciales del siglo pasado, señalaba que la única salida que tenía
Europa, era la de unirse, la de convertirse en una sola cosa, para recobrar su
viejo poderío. De lo contrario, no tenia nada qué hacer .
Y lo decía cuando se pasaba por unas temporadas de férreo
nacionalismo, sobre todo alemán y francés.
Estamos de acuerdo
con Constaín en que nos vale huevo que a Ortega lo consideren o no un filosofo,
pues todo lo que hizo por la cultura
hispanoamericana fue mucho y nos inculcó a varias generaciones el apego a las
letras, al buen decir, a la especulación.
Si esa tarea valió la pena, pues resulta más importante esto, que
el debate suscitado por Gutiérrez Girardot de que Ortega no fue un filósofo ni nada que se le pareciera. Sino
simplemente… un torero alemán.
Yo recuerdo con
nostalgia, cuando me mandó de España mi hermano José Manuel los volúmenes de
las obras completas de Ortega y Gasset, en pasta dura, gris, que tomaron un
puesto de privilegio en mi biblioteca.
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