domingo, 18 de noviembre de 2012

ORTEGA Y GASSET.


 

POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

Hay un dicho que dice :  un filosofo español es lo mismo que un torero alemán.Lo recordó Juan Esteban Constaín en articulo de El Tiempo ( 15-XI-012 )   ) para referirse a don José Ortega y Gasset , escritor de culto para mi generación y según parece para  las siguientes a juzgar por el caso de Constaín.  

Ortega,  en todo caso, en su época fungió  de filósofo y sobre todo de divulgador de la filosofía alemana, para ser más exactos. Me parece que Ortega fue más bien un   sociólogo, teniendo en cuenta libros como “El tema de Nuestro Tiempo”, en donde hablaba que la época , años veinte del siglo pasado, era el tiempo de las masas, cosa que lo corroboraban los marxistas, pero desde otro ángulo : el de la lucha de clases.

Ortega en cambio se refería a la pérdida de calidad humana  por la insurgencia de una generación o generaciones que no se exigían a si mismas como personas, que querían pasar a la gorra, aceptando  todo, o  escondiéndose, conformándose, más que haciendo.

Por eso hablaba del hombre-masa, como aquel no que no se exigía nada, que iba con la corriente, que no pensaba por si mismo. Y se convertía en un  “señorito satisfecho”, al cual ya no le cabía un tinto de vanidad, pero sin que ese talante correspondiera  a nada en la realidad, Puro viento.

Resultaba pues, un discurso  atractivo para la juventud, en su afán de superación, que en mucho se parece a la literatura que ahora está de moda y que es el aprendizaje del buen vivir.

En cuanto a la filosofía, él hablaba del  “raciovitalismo”, es decir, que la razón debía estar al servicio de la vida, influido por los filósofos alemanes de la época. Si le alcance esa teoría para ser filósofo no estoy en capacidad de sostenerlo, pues hay mucho  encono contra Ortega, como fue el caso de Rafael Gutiérrez Girardot, que salió de Firavitova  y se hizo filósofo y se fue a Alemania, con el propósito de destruir el nombre de don José y ponerlo por los suelos, como un auténtico simulador y descrestador de postín, porque no sabía  hacer almojábanas.

Ahora, el aspecto formal de su prosa era otra de las cosas que nos llamaba la atención, por el estilo bien cuidado, bordeando la belleza siempre y que para algunos resultaba exagerado.

De ahí que era una buena guía para aprender a escribir, además de ir aprendiendo otras cosas de la mano de don José, quien ya desde esos años iniciales del siglo pasado, señalaba que la única salida que tenía Europa, era la de unirse, la de convertirse en una sola cosa, para recobrar su viejo poderío. De lo contrario, no tenia nada qué hacer .

Y lo decía cuando se pasaba por unas temporadas de férreo nacionalismo, sobre todo alemán y francés.

Estamos  de acuerdo con Constaín en que nos vale huevo que a Ortega lo consideren o no un filosofo, pues todo lo que  hizo por la cultura hispanoamericana fue mucho y nos inculcó a varias generaciones el apego a las letras, al buen decir, a la especulación.

 Si esa tarea valió  la pena, pues resulta más importante esto, que el debate suscitado por Gutiérrez Girardot de que Ortega no fue un  filósofo ni nada que se le pareciera. Sino simplemente… un torero alemán.

 Yo recuerdo con nostalgia, cuando me mandó de España mi hermano José Manuel los volúmenes de las obras completas de Ortega y Gasset, en pasta dura, gris, que tomaron un puesto de privilegio en mi biblioteca.

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