viernes, 13 de julio de 2012

URIBE, UN TERRATENIENTE CONSERVADOR EN UNA SOCIEDAD DIGITAL.

POR: RAUL PACHECO BLANCO. Alvaro Uribe recibió la impronta antioqueña en el apego a la tierra y sus costumbres, en una religiosidad formal muy afianzada , una ética del trabajo , una concepción calvinista del éxito. Y nació en un ambiente enmarcado por terratenientes, entre los cuales se encontraban caballistas como su padre. Así que tiene una visión de terrateniente, que en alguna forma le hace recortar la perspectiva del mundo. Y se ve reflejada en la visión de la política internacional, como si se tratara de defender pedazos de tierra en lucha con los vecinos. Esa antioqueñidad está muy marcada en su manera de vestir, con su carriel al hombro y su poncho en las espaldas; en el sentido de la jerarquía, del orden, de la disciplina, del negocio. Su temperamento no tolera acercamientos de amistad, sino de sumisión. Quien quiera vincularse a sus campañas, debe hacerlo con la conciencia de que tendrá que subordinarse y ponerse al servicio de una persona y no de una causa. Tal como lo concibe José Obdulio Gaviria, quien tiene una mentalidad de sometimiento total al jefe, que es el que pone la conciencia , la voluntad y las órdenes. Y si maneja un par de ideas, tiene que doblarles el pescuezo para ponerlas al servicio de una causa personal. Y concibe su papel de ideólogo, solo para enaltecer al jefe. Así, quien no posea esa voluntad de sometimiento no debe acercarse por esos predios, que imponen una disciplina castrense. De ahí también la química con el sector militar, que vive dentro de un mundo jerarquizado y disciplinado, en donde las faltas más graves son la insubordinación, la deslealtad, para no hablar de la traición. Y, con el tetero le viene una religiosidad profundamente formal, que tiene que ver con el rito, con la cercanía a los pastores de la iglesia y con el manejo de un lenguaje evangélico que más que todo se manifiesta en los hogares conservadores, sin que por ello deje también de impregnar los liberales. En su paso por el poder, demostró que tiene un concepto minimalista de las cosas públicas, pues se metía con pasión en el mundo de las cosas pequeñas, con criterio de inspector de policía, de alcalde rural o de funcionario que ejecuta, más que planifica. De ahí que se le escape una visión macro de las cosas, una concepción más vasta y profunda. Sabe desde luego que la política no tiene alternativas y que si no la hace, la padece. Por eso está haciendo política con mecanismos que ya pertenecen a la sociedad digital y que él aprovecha, pero con ese concepto de guerrero y no de estadista y quizá tampoco de político; con esa ética del trabajo, sin escatimar esfuerzos , convencido como los calvinistas, que el éxito en sus empresas es señal de predestinación.

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