viernes, 20 de julio de 2012

SI YO DIGO SI.

POR: RAUL PACHECO BLANCO El señor secretario del interior está metido en un lio que no lo es tanto. Que un alto empleado público se tome unos tragos y maneje borracho es algo que ocurre todos los días. Es lo más común y corriente. Es más : la excepción y, esa si seria noticia, es que un alto empleado público sea sorprendido tarde de la noche manejando sin un trago entre pecho y espalda. Ahí si sería sospechoso. ¿ Viene de cometer un crimen o un simple delito?. En cambio si va borracho, pues se estaba tomando unos tragos .Claro está que este hecho no está lo suficientemente claro, porque cuando le colocaron el borrachómetro, por tres veces consecutivas, el borrachómetro se resistió y marcó error. De ahí que lo único que quedan son las palabras del secretario del interior, quien en forma muy clara explicó el problema así : “ Si yo digo si ( estaba borracho) , reprochable; si digo que no, en un momento dado la evidencia es la que tiene dar claridad a mis palabras. Y es la evidencia lo único válido para que confirmen si me tienen que sancionar o no”. ¿ Y cual es la evidencia?. Por una parte, que los policías si le pusieron el borrachómetro es porque lo vieron pasado de tragos. Luego la evidencia es esa. Pero como el borrachómetro no funcionó, entonces , la situación queda en el limbo, pues por una parte los policías dicen una cosa y el borrachómetro aunque no dice nada, siembra la duda. Luego la evidencia es la duda. Porque ni siquiera el doctor Garzón sabe si iba borracho o no, pues lo dijo muy claro : que no podía decir una cosa u otra, porque lo fundamental era la evidencia. Y no hay evidencia. Es más, tratando de ser honesto el secretario del interior, no quiere adelantarse a predecir algo en lo cual participó, pero sin que tuviera conciencia de haberlo hecho, porque se le olvidó . Ya es un caso en que el olvido entra en juego. Es la falta de memoria. Y si a los pueblos se les olvidan las cosas, con mayor razón a las personas. De ahí que lo mejor cuando uno es culpable, es echar mano de un testigo ciego. Porque se tiene la certeza de la incertidumbre, del quizá si, del quizá no, y del quien sabe. Todo es tan evidente, que la evidencia no existe. Lo mejor que se podría hacer, es que el señor secretario del interior de volviera tomar unos tragos y se le volviera a hacer la prueba de alcoholemia. Porque un borrachómetro si falla tres veces, no puede fallar cuatro. Todo es tan claro, que queda uno perplejo. A lo mejor el secretario del interior ni siquiera iba borracho y él no se dio cuenta.

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