lunes, 9 de enero de 2012

VISIÓN CRÍTICA. DE LOS COMUNEROS.

Más mito que historia.


La historia hay que estarla revisando. Por una parte, la imparcialidad no existe, las interpretaciones que se hacen son según el cristal con que se mire, bien las ideologías, las etnias, la religión, en fin. La realidad viene siendo múltiple. Pero además, a medida que el tiempo avanza, los pueblos van madurando y empiezan a manejar otros conceptos. . Antes se tomaba como historia los mitos y las leyendas, pues se trata de la etapa más embrionaria de cualquier pueblo. A su vez, esos mitos y leyendas van configurando una manera de pensar y de ser.
Nosotros nos acostumbramos a ver el cuento de los comuneros como una historia. Y hacia esa atractiva perspectiva llegaron toda clase de intérpretes. Bajo el punto de vista ideológico, la izquierda fue muy generosa y le regaló toda clase de hazañas : por ejemplo, haber sido socialistas antes de que se produjera la revolución bolchevique. Y si los campesinos no sabían leer ni escribir, sin embargo intuían que existía un mundo socialista y que hacia allá enderezaban tanto sus acciones como su espíritu.

LA VISION DE LOS SOCIALISTAS.

Los socialistas nos regalaron pues, una visión tan adelantada, que daba pasmo acercarse hacia semejante arcano de veneración por su lucidez, por su talento para descubrir el futuro, o por lo menos para trazar caminos que otros irían a continuar. Ese favor se lo debemos a la izquierda tradicional, que favoreció a los Comuneros con semejantes interpretaciones, en su lucha contra la fronda y el despeje de todo privilegio para que se impusiera el hombre del común.
Así que Galán , quien apenas sabia garrapatear su nombre y había adquirido su incipiente cultura en un cuartel en Cartagena, fue ascendido al papel de un Lenin, con pensamiento propio y casi con la ciencia de un Carlos Marx. Y si no pudo liberar a su pueblo del colonialismo español, se debió a circunstancias ajenas a su voluntad; nunca a su elemental visión de campesino analfabeta, de hombre primario que tan pronto se sintió con cierta influencia sobre el pueblo, se dedicó al saqueo y el robo y se demoró más de la cuenta en el encargo hecho por Berbeo de tomarse a Honda, para cortar la huida del Gutiérrez de Piñeres, la presa más apetecida de los rebeldes comuneros.
Y sin caer en la tentación de verlo como un traidor de la revolución al tratar de desnaturalizarla y de convertir un movimiento que era político, en un simple allanamiento, con saqueo incluido.
Galán pues, fue el héroe de la izquierda, del socialismo.
Berbeo a su vez fue exaltado como un pre libertador, que estaba muy lejos de tener ambiciones burocráticas y labrarse camino desde la alcaldía del Socorro, su máxima aspiración.

LA VISION DE GERMAN ARCINIEGAS.



Don German Arciniegas nos regaló páginas enteras dedicadas a la memoria de estos prohombres que buscaban la libertad de Colombia y que si no llegaron hasta Bogotá, fue por la astucia del arzobispo Caballero y Góngora, que los engañó con espejitos, como antes lo hacían los españoles con los indígenas.
Fue el arzobispo Caballero el que logró parar una revolución. Fue el hombre que le hizo falta a Luis XVI para que no hubiera caído del trono y entregado su gobierno a los burgueses. O a los zares rusos, para que hubiera detenido el brazo liberacionista de Lenin y el pensamiento iluminado de Carlos Marx.
Berbeo fue el pre-Bolívar que se adelantó al genio de América y que no faltó nada para que nos diera la libertad. Una libertad que si nos metemos en la época, para ellos era estar a las órdenes del monarca, sumergidos en su poder, bajo el aura real de Fernando VII.
Como no había pensamiento de por medio, concepción del estado como la tenía Bolívar, le arrancaron a la historia una frase que vuela por todos los caminos y que trata de identificar a todo un pueblo y que hasta políticos auspiciosos lo tomaron como su palabra de campaña : ni un paso atrás siempre adelante y lo que fuere menester, sea.
Que lo hubieran dicho o no Galán o Berbeo, no importa, lo que se debía tener en cuenta, era que apelaba a la sugestión y quedaba bonito aquello con esa frase de bachiller brillante.
Cuando no existe traidor más grande que Berbeo, quien engañó a todos, hasta que se encontró con el arzobispo y armonizaron en su audacia y pactaron el cuento con la alcaldía del Socorro para Berbeo.
El nunca quiso pertenecer a semejante movimiento : fue llevado a él por la fuerza, impulsado por un viento de ocasión y él, como cualquier oportunista, decidió allanarse para ver qué cosechaba para él, no para el pueblo, porque él no tenía ninguna concepción del pueblo, ni del estado, sino apenas de lindero municipal.
Por eso a pesar de las reticencias y de la sinceridad de don Salvador Plata, que por lo menos tuvo el coraje de decir no a la revuelta y negarse a ser capitán comunero, fue convencido por Berbeo, su familiar, para engrosar las filas, que se dejara de ser pendejo y entrara en el cuento y que por el camino se arreglaban las cargas.
Así que de libertador y de revolucionario no tiene un solo pelo el señor Berbeo y que la historia ha sido tan benévola con él, que reclaman su puesto al lado del libertador Simón Bolívar, o por lo menos de don Francisco de Miranda, el precursor venezolano, que sí aportó su granito , por cierto muy grande, de arena para la emancipación. Ese si es un héroe de carne y hueso.
No un Berbeo que fue un sancho Panza de la revuelta, o un Maquiavelo de fonda. Nadie sabía para dónde iba, a excepción de Berbeo, que si sabía y don Salvador Plata se fue cociendo en dos aguas, sin que se notara su exotismo, pues unas veces estaba con los revoltosos y otras veces con las autoridades españolas.

EL PUEBLO MONARQUISTA
Y para colmo de males, todos eran monarquistas. De ahí que su consigna siempre fue la de Viva el Rey y muera el mal gobierno.
El pueblo cuando intervino lo hizo en forma oportunista, cuando la región se encontraba desprotegida de la autoridad y el virrey se hallaba en Cartagena, decepcionado a su vez de que el Rey le parara más bolas al visitador Gutiérrez de Piñeres que a él y se fue a rumiar su descontento y su zozobra a Cartagena en medio del agitar de las olas.
Y tan oportunista fue, que cuando el arzobispo Caballero y Góngora negoció con Berbeo, todos se dedicaron a pedirle plata al arzobispo o lo que fuera para tratar de sacarle algún provecho a aquella orgía popular.
En cambio, cuando Galán se encontraba solo, defendiéndose como un foragido y considerado como tal por don Salvador Plata, quien financió, armó y equipó la búsqueda de Galán, no apareció el bravo pueblo comunero, para ahí sí, hacer la revolución.
Ahí el pueblo no fue superior a sus dirigentes, como dicen los marxistas, ni los dirigentes alcanzaron su altura , al no ser capaces de hacerle frente al ejército real que ya había vuelto de Cartagena y el virrey se apersonaba de la situación para defender la legalidad maltratada.
Los Comuneros por tanto , quedaron en su misma plata al término de las jornadas, pues sólo lograron transitorias ventajas, que luego fueron abolidas por el Rey.
Estos episodios no pueden ser manejados con criterio histórico, pues no resisten ni los hechos, ni los personajes ese escrutinio serio para derivar de ahí el papel que los pusieron a hacer tanto los marxistas como los liberales y poder sacar de allí consecuencias de validez histórica..
Todos nos dedicamos a ensalzarlos. Les hicimos monumentos, estatuas a todos ellos, libros, discursos académicos y no académicos. Yo inclusive escribí un ensayo para señalar que ellos habían utilizado por primera vez, el poder constituyente. Y que se habían valido del mismo poder del monarca, que era el titular del mismo, para convertir las capitulaciones en una verdadera carta constitucional. ¡ Qué bello propósito ¡
Pero resultaba imperioso sumarse al sahumerio regional y nacional e internacional, ante semejante despliegue de respaldo a los comuneros, ante tanto entusiasmo telúrico.

MITO Y LEYENDA.

Cuando la realidad es que solo pueden manejarse como mito, como leyenda de algo que ocurrió y, que adquirió perfiles de tal, pero nunca como un movimiento lo suficientemente estructurado y pensado, con una actuación consciente de lo que se estaba haciendo, sino como un impacto emocional que cundió de pronto al verse amenazado su bolsillo por los altos impuestos, pero sin miras mayores, ni de libertad y mucho menos de hacer una revolución socialista.
Debemos quedarnos pues, con unos comuneros que todavía no llegan a la historia, que no alcanzan esa dimensión, no obstante los esfuerzos de liberales y de marxistas para exaltarlos como paladines bajo las estrofas marciales de la marcha triunfal de Rubén Darío.
Pertenecen ellos al reino del mito y de la leyenda. Y en esa forma, se pueden modelar a su antojo. Pero seriamente, con criterio de historiador, de escrutar intenciones y de desentrañar pensamientos, no funciona. Es algo tan menor, que no araña la dura piel de la historia.
Ya las generaciones anteriores se dedicaron a exaltarlos, escribieron muchos libros para analizarlos bajo estos esquemas que ahora resultan obsoletos y sin validez y, ahora , hay que analizar ,mirar con ojo crítico para tratar de encontrar su verdadera dimensión. Los Comuneros son obra o producto pues, de la retórica y no de un serio balance de la obra realizada.

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