sábado, 10 de septiembre de 2011

FRANCISCO JOSE CALDERON.

POR: RAUL PACHECO BLANCO.

Cuando yo llegué a Bucaramanga en el año 1.964 luego de haber terminado mis estudios, bastante largos por cierto , dado el bajo calibre del alumno, la política en Santander estaba dominada por tres grande lideres dentro del conservatismo : Hernando Sorzano González, Humberto Silva y Darío Marín Vanegas. El de mayor jerarquía era Sorzano. Pero mientras Sorzano se iba de embajador a España, quedó dueño de la plaza Humberto Silva, quien dominaba un electorado muy vasto en Santander, sobre todo en las provincias del norte y centro, pues en el sur, Vélez era un fortín de Darío Marín. Y el hombre de confianza de Silva Valdivieso era Pacho Calderón, como todos le decían. Un hombre bueno, tranquilo, curado de la paranoia santandereana y de los alborotos temperamentales de los comarcanos. Recuerdo muy bien cuando se esperaba el decreto que venía de Bogotá nombrando gobernador y el tiempo se dilataba y el decreto no salía, cuando todos sabíamos que iba a ser nombrado Pacho gobernador.. Pero al fin salió y llego al gobierno, luego de haber ido al senado, en donde dio muestras de ser un parlamentario serio, juicioso, muy del temperamento conservador. La organización del conservatismo era vertical, pues luego de la jefatura de Silva Valdivieso, venía en la línea de mando Alfonso Nigrinis, un hombre lleno de vida, amplio de masa, quien dada su condición de cuñado de Silva Valdivieso, se encargaba de mantener la disciplina dentro de las huestes Humbertistas. Era un factor real de poder, pues cuando alguien quería aspirar a un cargo, debía primero invitar a almorzar a Nigrinis, para que en esa forma el nombramiento se empezara a vislumbrar. De ahí que esa época fue llamada la del “nigrinato”, por esa férrea disciplina burocrática que impuso Nigrinis. Humberto Silva era ya una figura nacional, pues había sido nombrado vicepresidente del directorio conservador, nada menos que cuando Alvaro Gómez Hurtado era su presidente. Pero Silva no quería a Gómez Hurtado por ese talante distante, ese aire de superioridad y ese estilo aristocratizante, que lo mantuvo alejado de la masa conservadora y solo entraba en los corrillos de salón . De pronto hasta por su prestancia intelectual.
Pacho Calderón mostró durante la administración un talante ecuánime y nunca se dijo nada sobre el manejo de los fondos públicos, por aquel timbre de honestidad que lo distinguía. Por cierto que con bastante gracia nombró secretario de gobierno a Benedicto Castellanos, su contertulio de café, con quien se llevaba muy bien y con él que hicieron un gobierno probo, justo. Era el año de 1.966, en el gobierno de Carlos Lleras y dentro de la política del Frente Nacional.
Pero luego de su gobierno Calderón se retiró a sus cuarteles de invierno para empezar a llevar un vejez tranquila, cuando lo sorprendió la muerte. Fue un hombre probo y bueno en toda la extensión de la palabra.

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