POR: RAUL PACHECO BLANCO:
En un comienzo la vida del santandereano giraba alrededor de la agricultura. Pero esto no lo hizo fuerte y solo sirvió para que la tierra se cultivase en áreas pequeñas, de minifundio, mientras en otras regiones prosperaban las grandes unidades agrícolas, que se volvían autosuficientes. Fue la gran diferencia que existía con las zonas costeras, a las cuales hubo necesidad de llevar esclavos negros para el trabajo de las grandes haciendas. Se estableció en Santander lo que se llamó, el “campesino liberto”, dueño de su tierra, individualista a morir , pero con una mentalidad autónoma. La mentalidad era pues, campesina, agrícola.
Luego se pasó a otra época, en que los artesanos se hicieron fuertes, tratando de crear una incipiente clase media. Hasta ese momento la mentalidad era eminentemente pacifica, pues durante toda la colonia no se vieron mayores expresiones de violencia ni se experimentaron revueltas contra los gobiernos establecidos. Pero ya en el siglo XVIII las cosas empiezan a cambiar y lo que era llevado con la mayor tranquilidad del mundo, en armonía con la naturaleza y el gobierno, se transformó de pronto en una reacción que produjo la revuelta comunera, sin plan ni concierto y solo con el deseo de luchar contra la imposición de unos tributos que hacían sangrar sus presupuestos domésticos, además de luchar por los cargos públicos. En esa forma se rompió por primera vez ese paradigma de trabajo y se labró un nuevo modelo de habitante más interesado en la reacción, en la guerra, que en el trabajo, creando el arquetipo tradicional del santandereano : el macho. La leyenda en este sentido arrancó pues, en el siglo XVII, por cuanto el levantamiento de los comuneros desplazó a muchos pequeños líderes campesinos y artesanos hacia las demás regiones del país, cometiendo algunos de ellos toda clase de tropelías, como José Antonio Galán y creando en esa forma, una nueva reputación de hombre guerrero, violento, apto para el combate . Pero no todo paró allí, pues al siglo siguiente la independencia vino a abrir nuevos horizontes y ya no una región, sino todo el país se vio envuelto en la luchas por la independencia. Se crearon pues, durante estas dos etapas, arquetipos guerreros, tipo Galán, Berbeo, Alcantúz, Manuel Beltrán, para luego continuar durante la independencia, con Antonia Santos.
LA GENERACION RADICAL:
Sin embargo, el papel jugado por esta región durante la independencia, no tuvo la importancia que ostentó en el anterior siglo o la que irá a tener, ya a mediados del siglo XIX, cuando de nuevo la región vuelve a ser teatro de acontecimientos nacionales, como si aquí se estuviera luchando por la independencia en una reacción tardía.
Cuando aparece toda una generación como la radical, acompañada también por la intemperancia de los independientes liberales y los conservadores , todos involucrados dentro de ese ánimo guerrero. Y para llevar a cabo esa mentalidad se soñó con una republica federal, para que la individualidad que se marcaba desde los primeros tiempos con el campesino liberto y el artesano, ahora rindiera sus frutos en la creación de pequeños estados. En ese momento, se retomó el papel de los comuneros dentro de la mentalidad guerrera y reaccionaria. Nunca fue más “macho” el santandereano que en este periodo radical y cuando Pablo Emilio Villar se le adelantó a Uribe Uribe y Benjamín Herrera, para arrancar la reacción contra el gobierno conservador de Marroquín. Esas dos épocas, la comunera y la radical,y ese agregado radical que fue la guerra de los Mil Dias, rompieron una tradición de orden y de trabajo que estaba rindiendo frutos de prosperidad y vino a retrasar el desarrollo de la región. Mientras los antiqueños inauguraban fabricas, aquí en Santander, se continuaba propiciando guerras. Eso fomentó un atraso marcado y extendió esa mentalidad guerrera .
Pero fue tal el fracaso de esas embestidas radicales, acompañadas por la mentalidad también guerrera de Solón Wilches, que vinieron a estancar el progreso de la región y a seguir labrando una imagen de gente belicosa.
Luego la historia fue inexorable y el paso del tiempo empezó a borrar esas huellas, y vino a presentar otros arquetipos y otros paradigmas diferentes, por los cuales valía la pena luchar : un mejor sistema de vida, una tranquilidad comunitaria, un desarrollo. Es decir, el afán de crear riqueza.
CAMBIO DE MENTALIDAD:
En el siglo XX hubo un cambio de mentalidad que se vino a manifestar bien avanzado el siglo, una vez que se superó la violencia partidista y el progreso empezó a sembrar su camino. Fue un proceso lento, continuo, en que para muchos se iban perdiendo viejos valores, como la valentía, el ánimo belicoso, para transformarse en un afán de trabajo y de rendimiento económico, que viene a dar sus frutos en el siglo XXI , cuando ya el santandereano es otra cosa : ya no es el guerrero de los siglos XVII y XIX, sino el pequeño empresario que se le mide al trabajo desde que se levanta hasta que se acuesta, con una mentalidad de producción, que encaja con los patrones de individualismo y de competividad. De ahí que Santander y sobre todo Bucaramanga, tenga los índices más bajos de desempleo en el país, por la fortaleza de esa pequeña industria, de ese pequeño comercio y de la iniciativa individual, por pequeña que sea. Igualmente se anuncia que Santander es líder en materia de lucha contra la pobreza y los economistas empiezan a resaltar el “milagro santandereano”, para referirse al desarrollo equilibrado que ha tenido en los últimos años. Ya la mentalidad del santandereano no es la belicosa de antes, no es la expresión guerrera de la vida, ni es el macho que se expresó en la rebelión comunera y en la época radical y la guerra de los Mil Días. Eso pasó a la historia. Se ha operado pues, un cambio de mentalidad al impulso de la racionalidad : es la modernidad. Por fin entró la modernidad a Santander. Modernidad que fue retrasada por el movimiento comunero y el radicalismo. He ahí la paradoja.
viernes, 10 de septiembre de 2010
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