jueves, 23 de septiembre de 2010

INGRID : UNA JUANA DE ARCO POSMODERNA:













POR: RAUL PACHECO BLANCO.
Cuando aparece Juana de Arco en el siglo XV los paradigmas de la época se enderezaban hacia unos ideales religiosos y un nacionalismo exacerbado. Apenas se salía de la Edad Media y el Renacimiento daba sus primeros pasos. En ese contexto Juana de Arco va a jugar un papel muy importante, pues la lucha entre ingleses y franceses cada día era más determinante y Francia corría el peligro de ser derrotada por Inglaterra. Como a su vez, la lucha también tenía un matiz religioso, toda vez que el protestantismo era fuerte en el país adversario, Juana se entregó con la firmeza y la fuerza de un cruzado, a luchar por su religión católica . A tal punto, que el rey le confió el mando del ejército y ella se dio el lujo de derrotar a los ingleses. Sin embargo, la vida de la heroína francesa tuvo sus altibajos y contó con una suerte ambivalente, pues al presentarse como la gran triunfadora, le reportó esto una gloria envidiable y a muy temprana edad, cuando no se hacen los generales. Pero luego de ese ciclo amable del triunfo, vino la envidia y el rencor de gente que veía en ella una imagen de la brujería y la superchería y la Inquisición de una vez le puso mano , hasta que logró juzgarla y condenarla a muerte. Y pasados los años, la Iglesia revisó el juicio y le devolvió la gloria y además la elevó a los altares, entrando a formar parte del santoral de la Iglesia. Juana vino a responder a los valores de la época y desarrolló su personalidad y su trayectoria impulsada por esos valores que la proyectaron en el tiempo y en la historia. Así , que Juana de Arco es un producto de su época. Ahora, al dejar correr el tiempo y situándonos en la época actual, en que ya la modernidad quemó sus cartuchos y entró en otra fase como la posmodernidad, los valores son otros y el espacio que antes tenía Juana de Arco, en el siglo XV ya no existe, pero en cambio deja abierta la puerta para que esa energía que desplegó Juana de Arco en su momento y ese arquetipo de superación también se pueda dar, pero ya en otra dirección. Ahora los valores no son los religiosos que se respiraban en la época de Juana, ni tampoco nacionalistas. Se impone una fuerza individualista de desarrollo de la personalidad , en una actitud fáustica y también narcisista, dentro de un ambiente espiritualista polivalente. En ese ámbito se inscribe el caso de Ingrid Betancourt, quien ha sido considerada en Francia, como una nueva Juana de Arco. Pero ya posmodernizada, plenamente superada de los complejos de Electra y de Edipo, para meterse en la veneración sin límites del yo y en su proyección sobre la comunidad. De ahí que no le importara que le prohibieran su paso hacia sectores dominados por la guerrilla, quizá buscando su papel de heroína en un secuestro que le salió más caro de lo que pensaba y la retuvo ocho años en cautiverio. Pero se llenó de gloria. El mundo la conoció. Francia se vistió de fiesta para recibirla. Los medios de comunicación mundiales le rindieron pleitesía. Y ahora sus memorias, valen millones de euros que le garantizan una celebridad literaria y una seguridad económica de por vida. Qué más quería. Describió toda una trayectoria de heroína, como Juana, pero ya no en la dirección nacionalista y religiosa de ella, sino dentro del narcisismo actual, en que el Dios es uno y no trino. El Dios es el yo personal y desafiantemente individualista.

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