miércoles, 21 de agosto de 2013

TRILOGIA AMERICANA

POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

Philip Roth se mete a fondo en la sociedad norteamericana  para encontrar  las fallas y las debilidades , entre las cuales encontramos el exitismo, el terrorismo, el macartismo en la época del comunismo, y el racismo. Y lo hace  través de tres novelas , Pastoral Americana, Me casé con un comunista y La Mancha Humana. En la primera el personaje central es el sueco, un hijo de emigrantes a quien le sonríe la suerte al constituirse en un gran deportista, admirado por la ciudad de Neward  a tal punto, que lo constituyen en un ídolo. Y para ese ídolo va a ver una pareja igualmente exitosa, una reina de belleza, para armar así  una pareja de postín . Y a la pareja le llega una bebe lozana, quien sin embargo,  al llegar a la edad en que empezaba a soltar la lengua, la niña tartamudeaba, lo que le creó un  complejo de difícil manejo, que la convirtió en una niña  amargada  y huraña, además de no ligar lo suficiente con sus  padres. Al pasar de los años se vio envuelta en un episodio sangriento, al poner una bomba en un lugar y crear a su alrededor solo muerte y destrucción. Termina ella por  huir de las autoridades, hasta que su padre la localiza en un lugar  de baja extracción, vuelta una miseria. Pero ella no quiere entregarse a las autoridades. Se ven ahí las contradicciones de una sociedad que siembra  carreras exitosas y terminan dando frutos de este tipo : incubando una terrorista.

La segunda novela,  Me casé con un comunista, dibuja la época que se vivió  cuando el senador republicano Josep Mac Carthy  vapuleaba a los comunistas, en tal forma, que veía comunismo hasta en la sopa. De ahí que se acuñaría la expresión macartismo para expresar esa fobia contra el comunismo, que además por esa época, significaba el mayor desafío para la sociedad y la economía norteamericanas.  De ahí surge el personaje, un comunista que termina acusado por su propia esposa con un libro que revela las andanzas de su marido. Y este a su vez, tampoco vive en consonancia con su pensamiento anticapitalista, pues le saca todo el jugo que puede  al capitalismo, mientras que otros colegas si son la expresión de ese comunista austero que se sacrifica por la comunidad. Yo recuerdo que en mi universidad, el Externado de Colombia y por allá a finales de los años cincuenta, el terminó  de macartismo  era lo actual. Y me parece ver a Lucia Cadavid endilgándole el  término  a quien mostrara alguna debilidad contra el comunismo. Los liberales por esa época eran fanáticos aliados de esas  posturas  pro comunistas.

Y la tercera, La Mancha Humana, es ya de corte antirracista, cuando el personaje central de la novela, un profesor universitario, quien siendo negro lo niega y posa de blanco, hasta que suelta de pronto una expresión que no tenia una connotación racista pero  la comunidad universitaria sí se la encontró, se le vino encima y casi sale linchado por su expresión. Pero además, el profesor, ya en su madurez conoce a una aseadora de la universidad a la cual convierte en su amante, para mayor escandalo de la comunidad y termina sus días bajo el acoso del marido de la aseadora, un sicópata que no les da tregua y termina por accidentarlos cuando la pareja iba en su coche y mueren en el accidente.

El sicópata es encontrado luego, al paso del tiempo por el narrador en un lugar alejado de todo, en contacto con la naturaleza, dentro de un esquema roussoniano, quizá buscando la paz de su conciencia.

Aquí el narrador central de las tres novelas es el mismo autor, quien mete las narices en todo  y no le deja ninguna clase de  libertad a sus personajes. Usurpa pues, la vida de todos y a cada quien le concede el privilegio de darles tanto expresión como pensamiento, muchas veces  dentro de un monólogo joyceano. Los personajes se sostienen  pues, a base de una narración que prescinde de los conceptos de espacio y de tiempo, para  convertirse en un relato sostenido, echando mano de lo que se aparezca, para lograr un conjunto tanto vital como expresivo.   Si en otras novelas vemos como los personajes van apareciendo poco a poco, dibujando su silueta y sin que se vea la mano del narrador, aquí por el contrario es el narrador  el creador del universo, tanto objetiva como subjetivamente.  Y hay oportunidad para escarbar en la vida de los personajes cuanto rasgo original  ve por ahí. Si Shakespeare es tan cuidadoso   en el encuentro con las ideas y con los conceptos, así  como García Márquez es cuidadoso en la forma, aquí Roth es fuerte en el buceo de la vida en todas sus entretelas y entresijos, siguiendo la consigna de Kundera de hacer de la novela una profundización de la vida y de sus experiencias . Se impone en la narración el estilo del cuento, en tiempo pasado y no de la novela en tiempo presente.

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