domingo, 11 de marzo de 2012

FERNANDO HINESTROSA : MAESTRO DE LA AUTENTICIDAD.



FERNANDO HINESTROSA : MAESTRO DE LA AUTENTICIDAD.
POR: RAUL PACHECO BLANCO.
La autenticidad es la correspondencia entre unos valores que se predican y una conducta acorde con esos valores. Existe el viejo aforismo de que el cura predica pero no se lo aplica. O quien lleva dos vidas, la una recatada, virtuosa y la otra dedicada al libertinaje. Así que la excepción viene siendo aquel que se ajusta a unas normas de conducta, las lleva a cabo y se mantiene en ellas, firme, no obstante toda clase de circunstancias. Lo mismo ocurre con la ideología : en la teoría se predican unas ideas y en la práctica se desfiguran. En la política se puede dar esa autenticidad, pues aquel político que le dice la verdad al pueblo, que obra en concurrencia con sus ideas, sus principios y valores, adquiere una dimensión de credibilidad que aglutina y somete. Todo esto para referirnos a Fernando Hinestrosa, quien llevó una vida ajustada a las ideas que predicaba. Se mantuvo fiel a ese paradigma radical que ha constituido la enseña del Externado de Colombia , basado en unas ideas de libertad, de tolerancia, de respeto por la dignidad de la persona humana. Si bien es cierto el radicalismo no llevó a la práctica aquel mensaje racionalista que chocaba con un mundo caótico como el colombiano de esa época , pues se empeñó en imponer la tolerancia por la fuerza, Fernando Hinestrosa en el pequeño mundo de la Universidad siempre puso en práctica esa conducta ajustada a la razón, a los principios. Nadie pudo haberse sentido constreñido por decisiones suyas, nunca desplegó un carácter autoritario que impusiera un despotismo académico, no obstante la concentración de poder en su persona. Aquel dogma de que el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente, no se dio en el caso de Fernando Hinestrosa. Por eso allí en el Externado de Colombia fueron exóticas las huelgas, los paros. La disciplina se imponía por la sola virtud del orden dado, no por la dictadura de una voluntad. No obstante el régimen monárquico impuesto podría ser susceptible a la arbitrariedad, nunca se dieron brotes de intemperancia, de autoritarismo. Otra de las grandes virtudes de Fernando Hinestrosa fue su calor humano, sus calidades que se palpaban en el saludo, en la franqueza de su trato que no se emparentaba con la frialdad cortés del bogotano sino que excedía ese límite distante. Su consagración al estudio del derecho se ve reflejada en el cúmulo de obras que dejó escritas, en ese halo de sabiduría que desplegaba en sus conferencias, aun en la conversación, y en pequeños detalles. Él se convirtió en una institución, pues era tal la compenetración de su rectoría con la Universidad que su nombre tomó los ribetes de una verdadera institución. Él se transformó en un símbolo que convocaba, ya no como el caudillo, que somete por el embrujo de su ego , sino por la identidad en unos propósitos y por la encarnación de esos mismos propósitos en una personalidad atrayente. Queda el vacío inmenso de una influencia que se proyectó en el tiempo y se metió en la historia.

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