viernes, 10 de diciembre de 2010

Alvaro Uribe: el nuevo Laureano Gómez


















POR: RAUL PACHECO BLANCO.

1. DOS CAUDILLOS.

Físicamente no tienen ningún parecido. Laureano tenía un cuerpo de luchador romano, fornido, bronco, hirsuto. Tenía pinta de caudillo ilustrado. Alvaro Uribe en cambio parece un seminarista o un jupie. Nadie que lo vea por primera vez llegaría a pensar que tiene semejante envergadura. Así que no tiene pinta de caudillo y es menos ilustrado que Laureano. Intelectualmente Laureano dejó la ingeniería y se dedicó al estudio , por lo menos leyó los clásicos latinos y su estilo está cargado de esa influencia de Cicerón con sus catilinarias. Si se leen los discursos de Laureano, la melodía es la misma ciceroniana, “ ¿ hasta cuando Catilina abusarás de nuestra paciencia? ” y cotéjenlo con aquella catilinaria contra Crispín, y encontrarán que es el mismo vallenato. Luego se metió a reformar la constitución y construyó un estado falangista, más que fascista, de un modelo que le presentó José Galat, quien sí es fascista y, le dio su propia forma y melodía.
En tanto que a Uribe no se le ve un perfil intelectual, pues apenas barrunta el paisa, que utiliza para las catilinarias paisas :” te voy a dar en la jeta marica”, o la elegía a los huevitos. Y no se metió con la constitución que le estorbaba. Napoleón por eso decía que una constitución debe ser lo más difusa posible, para poder leerla e interpretarla a su manera . Uribe aventaja a Laureano en memoria, porque todo lo capta y no se le olvida nada y así como de los donjuanes se dice que le disparan a todo lo que se mueve, a Uribe nada se le escapa de todo lo que se mueve . Se sabe la geografía del país al dedillo, conoce a todo el mundo y ñor Raimundo. Le rompió la horma al presidente tradicional, estilo Lleras Camargo, lejano y soberbio o tipo Olaya Herrera. Se salió de palacio y él si se untó de pueblo. Es el abrazo o la mano tendida de la derecha al pueblo, aunque sea en la forma, pero un reconocimiento al fin, que como decía Hegel es el motor de la historia. O como dice la gente, al menos me reconoce, aunque no me dé para el bus. Laureano en cambio era lejano, además, el pueblo era solo el “ inepto vulgo” . Para Uribe es el creador del estado de opinión. Laureano era un gran orador parlamentario pero no le gustaba la plaza pública. Uribe se bate lo mismo en el parlamento que en la plaza pública, pero despojado ya de las galas del senador romano, para convertirse en el asambleísta de carriel y toalla al hombro, pero con una lucidez y una concepción de la realidad tan profunda que parece un filósofo , como si le descubriera el alma a una piedra
Laureano no improvisaba. Se aprendía sus discursos de memoria para dejarlos a la posteridad, con traje lapidario. Uribe si improvisa en donde sea y con su memoria de computador le dice a cualquiera en donde están los huecos de cualquier carretera y en donde vive doña Jacintintica la de la vereda del Guayabal.







2. UN PAR DE MONSTRUOS

Laureano formó todo un cuadro de monaguillos que le hacían reverencia, dia y noche, que le cargaban el mercado los sábados, como lo hacía Luis Ignacio Andrade. Esos eran el oro. Y gente como Alzate Avendaño o el tigre Noriega, que no se le agachaban, eran la escoria.
Uribe lo mismo, tiene su cuadrilla de banderilleros que las clavan donde les indica el matador y no se salen ni una línea de sus órdenes y de sus caprichos. Esos son los pura sangre. Los Vargas Lleras que tienen su propia agenda son los cavernarios.
El lenguaje es pues, lo mismo, mutatis mutandis .
Y ambos son un par de monstruos. Como se le decía a Manolete porque se le acercaba al toro más de la cuenta, hasta que lo mató Islero en la plaza de Linares. Uribe no tiene cara de monstruo, pero es un monstruo : un monstruo de la memoria, de la fortaleza, de la constancia, del apego al trabajo.
Y los dos eran abstemios. A Laureano nunca se le vio pasado de tragos, como tampoco a Uribe. Y en la escogencia de pareja tenían la misma tendencia : debía ser sumisa, leal hasta morir y llenas de encantos espirituales. Y seguramente los dos muy malos polvos, como diría Samper Ospina.
Y tanto Laureano como Uribe no se iban de putas. Talvez en la juventud, pero luego nada de nada. A Laureano nunca se le conoció un romance. Y a Uribe tampoco. Y eso que tuvieron perros sabuesos husmeando todos sus movimientos para encontrarles algo pecaminoso y nunca se lo encontraron. Eran castos y puros. Se reservaban para el poder. Su orgasmo era el mando, su único afrodisiaco el poder.
Uribe fue un gran gobernante. Laureano en cambio fue un pésimo gobernante. Laureano era un animal de oposición y Uribe un animal de gobierno, pero con suficientes agallas para hacer oposición.

3. RELIGIOSOS A MORIR .

Los dos fueron religiosos a morir. Laureano prácticamente salió a la palestra política como un Ignacio de Loyola formado por los jesuítas para acabar con el demonio. Y Uribe no fue formado por los jesuitas, pero si por la cultura paisa para ser un católico de misa y olla. Quizá Laureano más católico que cristiano y Uribe más cristiano e igualmente católico.
Laureano se enfrentó en alguna oportunidad al clero, pero porque se creía un arzobispo. En eso Uribe es más humilde y nunca ha tenido un mal pensamiento contra la iglesia y contra un cura. Le teme a la maldición de un cura. Laureano no le temía a esa maldición porque se sentía predestinado a luchar por el bien, así fuera en el lugar equivocado. Laureano fue un represor de la prensa y de los periodistas . Si él no dio directamente la orden de destruir El Tiempo y El Espectador, por lo menos la inspiró. Uribe fue en cambio muy respetuoso de ella y antes por el contrario, se la echó al bolsillo : compró El Tiempo con un vicepresidente y un ministro de defensa. Se ganó a los grandes cacaos, pues sus políticas económicas fueron producto de ese maridaje. A Laureano no lo querían los grandes cacaos de su época, porque eran liberales.

4. URIBE NO PUDO CON LOS COLUMNISTAS.

Con los que si no pudo Uribe, fue con los columnistas. Se le convirtieron en unos francotiradores, a tal punto, que todavía están en los tejados con la escopeta al hombro, listos a que no vuelva por estos lares. Pero Uribe no ordenó ningún atentado contra la prensa, ni menos inspiró algún acto de bandalaje contra ella.
Laureano llegó muy tarde y enfermo al poder. En tanto que Uribe llegó muy joven y lleno de salud y de energías. De ahí que el gobierno de Laureano apenas pasó de un año y le dieron golpe de estado, mientras que a Uribe le pidieron que se doblara y hasta que se triplicara, si no es por la Corte Constitucional.
Según los liberales Laureano Gómez mandaba matar a sus enemigos porque eso no era pecado. En cambio Uribe apenas los mandaba chuzar. El solo mandaba matar guerrilleros, eso si los que se pudieran porque debían pagar caro la muerte de su padre.
Ambos fueron muy amigos de Estados Unidos, practicantes de la doctrina suarista del “réspice polum.” Laureano mandó un batallón a Corea y embarcó a dos ángeles a combatir contra los comunistas, como los generales Valencia Tovar y Puyana García.
Y Uribe se hizo íntimo de Bush hijo, igual de zanahorio que él, para combatir el imperio del mal : los terroristas. Aquí se batieron con el plan Colombia que tan buenos resultados ha dado contra la guerrilla de las Farc.
Laureano no tuvo que enfrentar la guerrilla, porque en su gobierno apenas empezaba a dar sus primeros pasitos, motivada precisamente por él para que el partido liberal se fuera al monte. Así que él creó a Tiro Fijo. Este se fue al monte, por las políticas de Laureano.
Por todo lo que hemos dicho, Uribe viene siendo el Laureano del siglo XXI.

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