viernes, 5 de noviembre de 2010
EL LEGADO DE ALVARO GOMEZ.
Alvaro Gómez tuvo dos etapas : la laureanista y la alvarista.
En la primera se vinculó a un proyecto falangista, acompañando a su padre a la creación de nuevas instituciones, tratando de devolver el tiempo hacia el estado corporativo que Franco y Oliveira Salazar habían llevado a cabo en España y Portugal.
A esa etapa corresponde también la de su intolerancia en el Congreso, cuando importó pitos para sabotear las sesiones , a la mejor manera de los anarquistas.
Dejó un gran recuerdo si, en la época del gobierno de Laureano, cuando importó maquinaria para El Siglo y produjo un lujo de ediciones, tanto por el contenido, como por la presentación. Cómo le hubiera gustado ver la nueva diagramación de El Tiempo., que en mucho nos hace recordar lo que fue ese periodo., en que el Alvaro Gómez periodista la metió toda.
Pero ya quemada esa etapa falangista y laureanista, incursionó en su propia visión del estado, se liberó de las influencias paternas y se acercó al pluralismo de la sociedad actual.
Entró, digamos, a una modernidad conservadora. Se abrió políticamente. Aceptó el pluralismo, cosa que él veía como nihilismo, como escapes anarquistas, pues un orden implacable lo guiaba todo.
Esa amplitud se concretó en un proyecto político, que fue el Movimiento de Salvación Nacional, a donde llegaron liberales de tanta tradición y arraigo, como Carlos Lleras de la Fuente. Y en calidad precisamente de jefe de ese movimiento, llegó a la Constituyente en donde adelantó un papel trascendental .
Llegó a tal punto su tolerancia, que estuvo al lado de Navarro Wolf en la presidencia de la Constituyente, cuando el M 19 lo había secuestrado en años anteriores.
Y presentó sus propuestas, con la conciencia tranquila de que debía aceptar las ideas de los demás, en aras de lograr un consenso, como en realidad ocurrió. La Constitución del 9l ha sido el único consenso que se ha logrado en materia institucional a través de toda nuestra historia.
Aportó la idea de la elección popular de alcaldes, cosa que también conspiraba contra su antigua concepción centralista del poder, con un presidente lleno de toda clase de poderes.
Esa categoría intelectual que el país le reconocía, se impuso en la constituyente, en medio del respeto de todas las tendencias manifestadas allí.
Inclusive, llegó a plantear algo que en esa época resultaba casi un exabrupto : la legalización de las drogas, para acabar con el imperio de los narcotraficantes y que hoy se considera como la única salida para semejante problema tanto en Colombia, como el latinoamérica.
De López Michelsen se decía que ponía a pensar al país, pero lo cierto es que Alvaro Gómez no solamente lo ponía a pensar, sino que lo sacudía.
Cuando vieron que se estaba convirtiendo en un líder nacional, como la salida natural a tantos males acumulados, le dieron el golpe de gracia. Pero alcanzó a sortear ese paso que muy pocas figuras políticas hacen en Colombia : superar los linderos de partido, para convertirse en lideres nacionales.
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