Por: RAUL PACHECO BLANCO:
Por lo menos así lo creen los profesores de universidades británicas. Y asi lo expresa Ricardo Acevedo en un articulo para La Tercera, de Santiago de Chile ( 15-V-10) ¿ Por qué?, Ahí vienen los ejemplos : el balón no se desplaza con la misma velocidad o fuerza que se le imprime al momento de patear, sino que disminuye por el roce con el aire. Por lo tanto, el jugador tiene que primero calcular que ese roce le va a mermar las posibilidades de contundencia de su zapatazo. Además, es muy diferente golpear el balón con la parte interna del pie, que con la parte externa, pues con ésta, el balón comienza a girar y a cambiar de dirección. Eso explica porqué un tiro que iba con determinada dirección, de pronto se tuerce y despista a todos los jugadores y el portero. Es lo que se llama la comba. En esto son expertos los jugadores brasileños a quienes les enseñan desde pequeños a patear con la parte externa del pie, bien sea derecho o izquierdo. En el caso del penalty , la velocidad debe estar controlada , porque si se dispara con poca fuerza, lo ataja el portero y si se le imprime demasiada, lo bota. Ahora, el portero debe decidirse, bien sea por los movimientos preparatorios del cobrador o por simple intuición a qué lado de la portería se debe tirar, porque de lo contrario, el balón lo rebasa. Además, se debe emplear la memoria implícita, es decir, aquella que no apela a razonamientos, ni a percepción de la situación actual, sino que se vale de los reflejos condicionados de anteriores oportunidades, sin dejarse influir por la presión del momento, bien sea de las barras o de premios o titulares de prensa, Porque si hace uso de la memoria de procedimiento, que son todas estas influencias del momento, se tira el penal. Lo mismo le ocurre a un político con el discurso, si se atiene a la memoria de procedimiento, es decir, piensa cada palabra que va a decir, tiene más posibilidades de trabarse, de enredarse, que si deja que la memoria implícita se suelte y se vaya sola, con una mayor fluidez. Por eso los filósofos, como Antanas Mockus se enredan, porque cada palabra que dicen, la piensan y el tiempo se estira demasiado y se puede colar la desconcentración y ahí fue Troya. En tanto que un orador de plaza pública, que no piensa lo que dice, llega a tener contacto con la elocuencia que le da alas para enlazar metáforas y palabras que le salen bien colocadas. Un jugador de primera categoría puede visualizar en un segundo, siete puntos dentro del campo de juego, lo que le permite reaccionar en la debida forma de acuerdo con los movimientos de los jugadores contrarios. Bien podemos ver, cómo la física y la biología influyen en el campo de juego y no solamente es el vaivén de las oportunidades el que determina los resultados. Estamos en tiempo de futbol y de elecciones presidenciales.
lunes, 7 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario