sábado, 19 de junio de 2010
LA MUERTE DE JOSE SARAMAGO
El arte está por encima de la política. De ahí que cuando un escritor muere, no se debe analizar desde el punto de vista ideológico, sino artístico. Lo contrario implicaría un canibalismo intelectual . Por eso a Saramago no podemos enfrentarlo porque escribió obras que van en contra de la religión, de Dios, del capitalismo. Solo debemos concentrarnos en si en realidad deja algún mensaje, una posición, un pequeño hueco de luz por donde podamos ver de otra manera las cosas, sin que necesariamente tengamos que plegarnos a lo que el escritor dice, en este caso José Saramago. Lo importante está en la altura con que se manejan los temas, bien sea en el fondo, pero también en la forma. Y en este caso, es cuando Saramago adquiere vigencia, porque sus palabras no fueron fruto de bajos instintos, de una superficialidad que no trasciende, sino de una honestidad a toda prueba que desnudaba un hombre y un alma que angustiosamente buscaba su puesto en el mundo, su acomodamiento, según su manera de pensar. Si no está de acuerdo con la manera de pensar de su lector, eso ya es otra cosa. Porque la bondad y la justicia no están del lado de uno necesariamente y de ahí que haya que salir a buscar la verdad por donde se encuentre. Saramago la buscaba y ese es su mérito.
Deja obras tan importantes, de tanta calidad literaria como el Evangelio según Jesucristo, su obra cumbre, que golpea instituciones y creencias muy arraigadas, pero no por eso pueden ser descalificadas. En materia literaria solamente lo banal, lo insignificante, lo estúpido debe desecharse, lo demás hay que recibirlo, con beneficio de inventario desde luego, pero con respeto y porqué no, con veneración. Como es el caso de Saramago.
La muerte de Jose Saramago deja un gran vacio en la conciencia del mundo, en la literatura portuguesa y en la novela universal.
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