POR: RAUL PACHECO BLANCO
Los partidos tradicionales no han muerto. Pero tampoco están lo suficientemente vivos. Resulta extraño que el candidato del liberalismo solo llegue en las encuestas al 4 % en la intención de voto , cuando hasta hace muy poco con solo mostrar el trapo rojo en la plaza pública y decir ¡ mamola! , con eso solo se ganaban las elecciones.
Tambièn daba la impresión de que alrededor de Juan Manuel Santos se unificarìa el liberalismo y lo llevarìa al gobierno, con la colaboración del partido de la U, Cambio radical y el oficialismo, pero no fue así. Como tampoco la unión de Cambio Radical y el oficialismo.
Y el conservatismo, luego de trabajar unido en el desierto de ocho años de burocracia, pensábamos que cerrarìa filas alrededor de Nohemí, pero tampoco fue así. Los conservadores uribistas se fueron con Santos, mientras los noemicistas los descalificaban.
Llegó a dar la impresión en las primeras encuestas , que el gobierno de Noemí estaba en la esquina esperándola, pero bien pronto se desinfló y la tendencia fue bajando a 16% y luego a un 9% de acuerdo con la última medición.
Sin embargo, ahí van los partidos. Cojeando, pero ahí van, sin dar señales de su liquidación.
¿ Será falta de lideres o falta de ideas atractivas para el electorado que espera tanto de los presidentes?
En cambio el uribismo se consolidó como partido y bien pronto sabremos si correrá la suerte del Peronismo en la Argentina, que arraigò de tal forma, que aun existe , asi pase de las manos de Menem a Kishner . O el Roldosismo en Ecuador.
Estas elecciones son atípicas, porque se consideraba que la lucha se establecería entre el uribismo y el antiuribismo, pero no fue asi. Apareció una fuerza nueva que buscaba acomodarse y la encontró en el profesor Mockus, quien produce el delirio sobro todo de la gente joven.
Y tampoco se enfrentó la izquierda con la derecha, como podía haberse planteado, por el debilitamiento del Polo Democrático, que terminò dividido y su figura de màs calado electoral, Lucho Garzòn, se fue para el partido Verde.
Todo esto deja ver una opción emergente, que quiere expresarse, pero va migrando de una parte a otra. No ha podido estructurarse como partido ideológico, sino como opinión dispersa.
Los partidos tradicionales se baten pues, pero todavía no les ha llegado su hora. No desaparecen, pero tampoco llenan las expectativas de la gente.
sábado, 8 de mayo de 2010
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