El caso de Valledupar es muy especial. Por una parte es la tierra del vallenato, de la parranda y de la buena vida. Pero no solamente es tierra de compositores, de cantantes, de ganaderos, sino de líderes. Recuerdo que en la Universidad, cuando se luchaba contra la dictadura de Rojas Pinilla, el gran líder de la rebelión fue Crispin Villazón de Armas, quien con sus arengas levantó al resto de universidades. Y lo secundaba José Antonio Murgas, también vallenato. Ahora se nos viene un novelista en la historia de Valledupar, contada desde adentro, en un reportaje que a ratos se convierte en novela, cuando relata la muerte de Consuelo Araújo. También tiene de cuento, pero en realidad se trata de un trabajo periodístico, que por sus mismas virtudes se metió en la literatura. Son variaciones siguiendo la ruta de Truman Capote en A sangre fría , mediante un trabajo de investigación para tratar de meterse en la historia real de unos criminales jóvenes, quienes asesinan a una familia, cuando su intención era solo la de robar, pero cuando ve uno de ellos al señor Clutter se le alborota su mala vida anterior y resuelve vengar esas privaciones matando a la familia entera .
Ahora Alonso Sanchez Baute, ( Líbranos del bien, Alfaguara, 08) se vale de entrevistas para presentarnos un retrato de Simón Trinidad y de Jorge Cuarenta, el guerrillero y el paramilitar, ambos pertenecientes a la aristocracia vallenata. Y se pregunta en qué momento se jodió el Cesar, o Valledupar, cuando era el paraiso del vallenato, de la paz. Uno de sus personajes le responde: “…los primeros inmigrantes que se adueñaron de la región” Maldito Laureano Gómez gritó un día Teófilo Saramendiz cuando el perro de un santandereano mordió a su hijo…Maldito Laureano porque si no fuera por él, no habría violencia y al Valle no habría llegado nunca esta mano de santandereanos desplazados.
Así llegaron; huyendo de la violencia en sus ciudades, pero imponiendo en el nuevo territorio su propia versión del terror. ¿Recuerdas que en Puerto Bello a partir de cierto lugar-aquel conocido como Lomita Blanca-no se podía transitar porque en adelante era territorio santandereano? Ya sabes lo que eso significaba: que cualquiera podía morir asesinado”. Y luego vinieron los contrabandistas, traficantes de maracachafa, los guerrilleros y ante ese alud, los paramilitares. Todo eso produjo a Simón Trinidad, a Ricardo Palmera Pineda, hijo de la santandereana Alix Pineda y el vallenato Ovidio Palmera y a Jorge Cuarenta, Rodrigo Tovar Pupo, de la aristocracia vallenata y también al novelista Alonso Sánchez Baute, quien se vale de su intenso reportaje que él llama novela, “Líbranos del bien”, para darnos una versión de su tierra, desde su óptica de homosexual desplazado.
domingo, 19 de octubre de 2008
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