sábado, 16 de agosto de 2008

“VIDA Y DESTINO” DE VASILI GROSSMAN.














Por. Raúl Pacheco Blanco.


1- Advertencias.


Hay que tener en cuenta primero, que los escenarios van a ser muchos y por lo tanto bueno es echarle un vistazo a la parte final del libro, donde expresamente vienen los bloques de personajes junto con los sitios, que generalmente son los campos de concentración alemanes, los equipos de investigadores científicos, una familia en pleno y, así sucesivamente, para evitar la dispersión inicial que se siente y que puede llevar a desistir de seguir adelante, por esa variedad de escenarios que rompen la continuidad que uno busca tanto en lugares, como en personajes.
Igualmente con la cantidad de personas que aparecen y desaparecen, porque los centrales son pocos y de ahí que se pierda el contacto con personas que uno acaba de conocer.
Grossman salta bruscamente de un bando a otro: bien puede estar con los alemanes o bien con los rusos, asi la diferencia de apellidos los identifique de nacionalidad.
En cuanto a los nombres mismos, un personaje bien puede ser llamado de diferentes maneras, por el apellido, por el nombre o por los apelativos domésticos.

2 – La Historia.

La historia no es la de la guerra, concretamente de la segunda guerra mundial, con la secuencia identificable de hechos históricos, que mucho se han analizado desde diversos ángulos, sino de la vida en la guerra, con sus escenas desgarradoras, el acontecer diario de personas de carne y hueso que enfrentan semejantes circunstancias, el clima, el aire que se respira, el sudor de las almas que se desnudan.
Ese clima de la guerra empieza a manifestarse bien pronto:” Ahora creía haber comprendido la diferencia entre vida y existencia. Su vida se había apagado, interrumpido, pero la existencia seguía, se prolongaba. Y aunque aquella existencia era miserable, el pensamiento de una muerte cercana le colmaba el corazón de terror”.
Sofía Ossipona se hacía estas consideraciones, ya dentro de la atmósfera que se respiraba en la guerra recíen iniciada.
Observa el autor que en los totalitarismos la violencia se transforma en algo místico, de exaltación religiosa, a tal punto que algunos intelectuales judios, juzgaban necesario el asesinato de judíos para la felicidad de la humanidad, llevando sus hijos hasta el matadero para la felicidad de la patria, como lo había hecho Abraham en su tiempo.
De ahí que en los campos de concentración se peleaban la cola para entrar a los hornos, mientras escuchaban palabras de aliento como éstas: “ judíos, no tengáis miedo. No es nada terrible. Cinco minutos y todo habrá terminado”. (pag 263 ).
Keize, un ladrón de Hamburgo ahora hecho en la guerra como verdugo se “paseaba con su cara arrugada, color azafrán, los ojos marrones como de plástico, aquella noche expresaba bondad. Su mano regordeta, blanca como la nieve, sin un solo pelo, cuyos dedos eran capaces de eliminar un caballo, daba golpecitos en la espalda y en los hombros de los detenidos. Para él era tan sencillo matar como poner una zancadilla a modo de broma. Siempre mantenía un punto de excitación después de un asesinato, como un gato que ha estado jugando con un abejorro”. ( pags 388, 389

Pero también aparecen hechos de tal bondad, no obstante semejantes circunstancias, como el caso de los alemanes que llegan a un pueblo ruso y se lo quedan para vengar el asesinato de dos soldados.
Entraron a una casa campesina y se la pusieron de ruana, mientras su dueña, una anciana, no pudo dormir esa noche, en tanto que ellos, se comieron los huevos, la miel, y se hicieron tortillas y se tomaron el vodka, cantaban al ritmo de una armónica y la abuela ahí, ignorada.
Al amanecer, les dio por probar sus armas y una se disparó e hirió en el estómago a uno de ellos.
Ahí fue Troya , armaron la grande pero no hallaban qué hacer.
La anciana estuvo al frente atendiendo al herido, quien con ojos de cordero ahorcado le dijo a la anciana : “ madre, agua “.
Esto la conmovió en tal forma, que pudiéndolo estrangular le dio de beber, al quedarse sola con el herido mientras los otros salian buscando auxilio.
Eso da pie para que Grossman aborde el tema de la bondad y escriba : “ Esta bondad es muda y sin sentido. Es instintiva, es ciega. Cuando la cristiandad le dio forma en el seno de las enseñanzas de los padres de la iglesia , comenzó a oscurecerse; su semblante se convirtió en cáscara . Es fuerte mientras es muda, inconsciente y sin sentido, mientras vive en la oscuridad viva del corazón humano, mientras no se convierte en instrumento y mercancía en manos de predicadores, mientras que su oro bruto no se acuña en moneda de santidad” ( pag 5l9).
La historia de la guerra, los detalles de los grandes combates que se conocen de sobra en los libros y las enciclopedias, aquí solo aparecen como marco de referencia, pues esa no es la intención del novelista, que busca todo aquello que refleje la vida, esas experiencias abrumadoras, tal como lo pedía Kundera para la esencia de una novela

3 – La Tesis.

La tesis central de la novela es el choque entre dos totalitarismos, como fuerzas iguales que se repelen, no siendo por lo tanto una novela de sabor nacionalista en donde se imponga el patron buenos-malos, pretendiendo exaltar la epopeya de un pueblo en combate. Se trata del combate entre el mal, ahí entre casa.
Es la recriminación y condena de las dos partes. que entrañan idénticos propósitos.
En la segunda parte, capítulo l5, Grossman nos acerca a la personalidad del oficial nazi Liss, representante de la Gestapo en la administración del campo de concentración, en donde se encuentra Mostovskoi, viejo bolchevique y uno de los fundadores del partido y los pone a hablar para que desnuden sus almas.
Liss le dice al ruso una vez siente el rechazo de éste por llevarlo allí , probablemente a interrogarlo, pues de qué otra cosa podían hablar ; “ Todo lo que ves es mi uniforme; pero no nací dentro de él. El Fuhrer, el Partido disponen y nosotros los soldados del Partido, obedecemos”.
Más adelante le dice: “ Cuando nos miramos el uno al otro, no solo vemos un rostro que odiamos, contemplamos un espejo. Esa es la tragedia de nuestra época. ¿ Acaso no se reconocen a ustedes mismos , su voluntad, en nosotros?. Acaso para ustedes el mundo no es su voluntad?... Ustedes creen que nos odian, pero es solo una apariencia: se odian ustedes mismos en nosotros”…
Y le cita un párrafo de Spengler sobre la tragedia de Napoléon, que expresaba el alma de Inglaterra y precisamente en Inglaterra tenía a su enemigo mortal.” Palabra de honor de un oficial de la Gestapo, me atormentan las mismas cosas que a usted.”

Y le remata con este párrafo : “ No existen abismos entre nosotros. ¡ Los han inventado ¡. Somos formas diferentes de una misma esencia: el estado de Partido”. ( Pags 500 y siguientes ).
En ese afán de mostrar la identidad de los dos totalitarismos, dice : “ Stalin no construye lo que la gente necesita : construye lo que necesita el Estado” ( pag 35l ), que es la misma tesis de Liss el jefe de la Gestapo.

4– Los personajes.

No obstante la proliferación de personajes, que no alcanzan muchos a tener vida propia, sin embargo hay algunos de rasgos característicos y que dibujan su propia sombra.
Shtrum o Víctor Pávlovich, un científico que sufre en carne propia las garras del Estado, que lo acecha y lo invade hasta la propia conciencia, se le presentan hechos como el de tener que arrepentirse de errores, que no lo son a la luz de su conciencia, pero que a la luz del Estado sí lo son.
Y le dicen a Shtrum: “ Que más da, lo hace todo el mundo: escritores, científicos, dirigentes del Partido; incluso nuestro querido músico Shostakóvich reconoce sus errores, escribe cartas de arrepentimiento y, después, continúa trabajando como si nada”.
Y él contesta : “ Pero de qué debo arrepentirme?.¿ Ante quien?. Escriba al comité central. No importa, a cualquier parte. Lo principal es que se arrepienta. Algo así como : “ Reconozco mi culpa, he tergiversado ciertas cosas, soy plenamente consciente y prometo enmendarme”. ( pag 855 ).
Pero a su vez una llamada del mismo Stalin lo transporta a la gloria, como que se siente autorizado a vivir, como que le perdonan la vida y así lo siente toda su familia y sus amigos.
Estar a la sombra de Stalin era como el salvo conducto para poder vivir.
Otro personaje interesante es Kaltluft, jefe del Sonderkomando, a quien le fastidiaba el desorden hasta los tuétanos, y era un enfermo del trabajo, no jugaba a las cartas, no asistía a la proyección de películas, trabajar y trabajar era su norte y, hasta en la noche de navidad se le veían las huellas de tinta fresca, señal de que también había trabajado en la noche de navidad.
“ Si Kaltluft hubiera tenido que responder ante un tribunal divino, habría justificado su alma contando de manera sincera que solo el destino lo había empujado a ser un verdugo, el asesino de quinientas noventa mil personas”. ( pags 682, 683 ).
Y el triste final de Sofía Osipovna, quien entró al horno crematorio y allí con el niño David en los brazos, pensaba en su destino de madre y se aferraba al niño: “ Sofía Osipovna sintió el cuerpo del niño derrumbarse en sus brazos. Luego volvió a separarse de él . En las mina, cuando el aire se intoxica, son siempre las pequeñas criaturas, los pájaros y los ratones, los que se mueren primero, y el niño con su cuerpecito de pájaro se había ido antes que ella… Sofía sintió náuseas. Presionó a David contra sí, ahora un muñeco, y murió, también muñeca “. ( pag 707 ).

5- La novela nuclear.

La novela de Grossman tiene una estructura nuclear, se compone de pequeñas historias, de pequeños hechos , que tienen vida propia y se enlazan entre sí para crear un tejido que conforma el todo sombrio y lacerante de la guerra.
Al no existir un argumento que se desarrolle a través de la novela, se fracciona en multitud de espasmos, de agobios y de sufrimientos que evidentemente son desgarradores, por lo vivos, por lo reales.
Cada quien recibe su parcela de dolor y de sufrimiento y los vive intensamente.
Alli no se crea la imagen de alguien en particular para imponer un estereotipo, como ocurre en Madame Bovary de Flaubert o en Ana Karenina de Tolstoi, sino una multitud de gente que sufre y que si se identifica es a través de su propio dolor y su propia tragedia, como el de los científicos, obligados a doblegarse a la voluntad del estado.
Grossman fue más allá de Dante, quien creó su propio infierno para llevar a sus enemigos, para vengarse de ellos, pues no tiene que apelar a la imaginación, sino dejar apenas que su memoria rastrée lo que ya había vivido: la guerra en carne propia.

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