Por .RAUL PACHECO BLANCO.
Si uno trata de idealizar a Bolívar en tal forma que lo pueda presentar como un dechado de virtudes, sería darle una identidad de santo que indudablemente no tiene.
Tanto como sostener que llevó una vida muy arreglada, austera y conventual, lejos de tanto lío de faldas que se le atribuyen.
Cuando bien sabemos que repartió muy bien su tiempo entre el vino, la mujer, el combate y el estado.
En esa tentación debió caer Pablo Victoria, formado en esa vieja escuela laureanista, que le buscaba pelos al gato, untados de hispanismo hasta los tuétanos y moralista a morir.
Porque esa es otra de las tentaciones en que pudo caer Victoria: ver a Bolivar desde la óptica española, con fuentes españolas.
Bolivar no fue una mansa paloma ni mucho menos, tal como nos lo presentaron los profesores de primaria, sino un hombre de carne y hueso, que puede llegar hasta la crueldad en un ambiente caldeado por las pasiones y que no se paraba en pelillos para mandar a fusilar a cuanto español se le pusiera por delante, lo mismo que hacía Santander, el hombre de las leyes.
En articulo dominical de El Tiempo ( 3-VII-08 ) Victoria cita varios ejemplos para demostrar la crueldad de Bolivar: después de la batalla campal de Tinaquillo, ejecutó a todos los europeos que se colocaron en su punto de mira, para enseñarlos a obedecer.
En Acarigua bajaba de los árboles a los españoles que trataban de protegerse y de alli caían como cocos al impacto de las balas.
Parecido destino alcanzaban los españoles, que en número de l.200 se encontraban en las masmorras de Caracas, Valencia y la Guaira, quienes fueron pasados por las armas sin fórmula de juicio, allá por l.8l4 y no obstante los ruegos del arzobispo Croll y Prat para desistir de su empeño.
Y que los “ antropófagos de Venezuela “ nos enseñaron a los colombianos la violencia y el asesinato, lo que Bolívar practicaba como deporte, solazándose en sus ratos de ocio, como cuando capturó un barco repleto de españoles y se distrajo apuntándole a esos blancos indefensos y desnudos, mientras él reía a carcajadas.
En primer lugar, las fuentes obtenidas por Victoria en su mayoría son españolas y por lo tanto parcializadas, como pueden serlo las colombianas hablando de don Pablo Morillo.
Ahora, estos hechos desde luego repudiables no venían de una sola parte, sino que entraban dentro de la dialéctica diabólica de la guerra, y si Bolívar no tuvo conocimiento de lo que le pasó a los Comuneros en l.78l, al menos la historia lo registra y a él se lo debió contar el general Santander, cuyo padre habia sido capitán comunero.
Luego esa crueldad era manifiesta en los dos ejércitos enfrentados.
Bolívar era un guerrero y estaba comprometido hasta los tuétanos, así como tambien era licencioso en su conducta y no dejaba títere con cabeza en materia de mujeres.
Pero a los héroes hay que mirarlos bajo el punto de vista humano y no desde la perspectiva de las virtudes, que es lo que le sucede a Victoria.
Y lo más irónico del caso es que como contrapartida de bondad y de generosidad Victoria nos presenta al pacificador don Pablo Morillo , valiéndose del testimonio del mismo actor, quien no es parco en alabarse asi mismo.
Luego Victoria falla por las fuentes.
sábado, 9 de agosto de 2008
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