sábado, 22 de diciembre de 2007

Diplomacia de arrabal

Por : Raúl Pacheco Blanco.

Tiene la elegancia de un mariachi .
Y cuando habla, es como si estuviera tocando una trompeta a ritmo de ranchera, mientras se le alborotan las cartucheras en la cintura.
No cabe duda que ha entrado en la galería de nuestros dictadores tropicales, quemados por el sol del Caribe.
NO le gusta la pompa de Rafael Leonidas Trujillo, quien gozaba con los uniformes militares y, sobre todo, con el pecho constelado de medallas , ganadas a base de atropellos.
A él le gusta más el traje de fatiga, con la boína vasca que le da un aire ETARRA y que viene a coronar su amplia cabeza de mestizo, pero más aindiado en los ojos y en la piel de aceituna quemada .
Le brilla la malicia en los ojos , como si vigilara desde la selva a los españoles malucos de la conquista , que eran el imperio en esa época y ahora a los gringos imperialistas que lo trasnochan todos los dias, no obstante el abastecimiento puntual del petróleo para el imperio, que lo paga a buen precio.
Tambien es dinástico, como Anastasio Somoza , el nicaragüense, cuya familia se sentó en el poder como si fuera el sofá de la casa.
Su padre y sus hermanos actuan en política , siguiéndole lospasos , en la búsqueda de una saga napoleónica de tercer mundo.
De Perón le llega el murmullo de las multitudes , el imperio de balcón, en la línea de Mussolini y del patriarca Adolfo Hitler , el ario puro que no soportaría los rasgos de indio del coronel criollo.
Le falta su Evita , que le llena de encanto y poesía la vida , pero parece preferir la soledad del poder a incómodas compañías que le vigilen el sueño.
Claro está que no tiene una mente tan cultivada como la del doctor Francia , el paraguayo, que cerró las fronteras de su país para que no perturbara el tranquilo discurrir de su policia secreta y no se fueran los productos de pan coger para el mercado libre.
Su lenguaje es de arrabal , con sabor a ranchera y a música y letra de carrilera, que desgraciadamente no son del gusto del expresidente Betancur y menos de su esposa Dalita.
Entra con revólver al cinto en el mundo de la cultura , esperando deslumbrar con metáforas de aluminio esmaltado , en donde se cuecen los sancochos repletos de hervores y de grasas.
Su diplomacia ya es proverbial y el tratamiento que le da a los jefes de Estado en nada desmerece del lenguaje de barriada caraqueña , junto a la cantina que es un manatial de palabras de colección , para colocar en las paredes , como lo hace Pablito Ardila, con sus mastodontes de caza.
Solo falta verlo con toga ingresando a la Academia para dar una conferencia sobre relaciones exteriores.

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