jueves, 17 de mayo de 2018

EL CASO SANTRICH

POR: RAUL PACHECO BLANCO

 La iglesia católica lo ha hecho  muy bien al hacerse cargo de Santrich, el guerrillero cogido en flagrancia con ocasión de un envío de cocaína a Estados Unidos. No solo es de la esencia de la doctrina cristiana el prestar un servicio de estos, sino que la justicia colombiana lo necesita vivo y no muerto para que declare ante las autoridades, se valoren  las pruebas y se le juzgue.

Para eso se necesita vivo. De lo contrario, si su salud se deteriora no puede aportar su granito de arena para que se haga justicia, no solamente por el caso del narcotráfico, sino por los delitos de lesa humanidad y demás cometidos durante largos años de guerrilla.

De morirse Santrich en su huelga de hambre se convertiría en mártir, en héroe invicto de una causa y en símbolo, con todo el contenido que esto conlleva. Nada más fácil para Santrich que morirse y sacarle el cuerpo al juicio y a la condena.

En las condiciones en que estaba en la cárcel no se podía esperar mucho en cuanto a su salud se refiere y seguramente el proceso de deterioro se habría acelerado, hasta que se hubiera consumado el hecho.

Aquí, en cambio, existe la posibilidad no solamente de la atención material sino de la espiritual para que se recobre y llegue a la lucidez que necesita para someterse al juicio de la justicia. En un ambiente lleno de comodidades, de atenciones y de buenas comidas puede  recuperar su salud y ponerse a tono con lo que se le viene encima.

No estamos de acuerdo con la apreciación que se le esté dando un trato excepcional que no se compadece con todo lo que ha hecho. Por el contrario, todos los cuidados que sean necesarios para que Santrich recobre sus condiciones, es bien venido. Todo lo que ha hecho hasta al momento  en años de delinquir en el monte no pueden pasar de agache ante la justicia

 En este caso, él no es dueño de su vida, se debe a motivos superiores que trascienden el ámbito personal para volverse colectivo. Uno puede ser dueño de su propia vida cuando no tiene cuentas pendientes y deberes imperiosos para cumplir en el transcurso de vida que le queda, pero en la situación subjudice en que se encuentra Santrich no puede sacarle el cuerpo a la justicia. De lo contrario la muerte viene a ser un beneficio adicional.

 

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