POR: RAUL
PACHECO BLANCO.
Aquel 23 de marzo de 1.946
Laureano Gómez estaría diciendo ante la convención conservadora reunida
en el teatro Colón : “ Yo le pido a la convención nacional conservadora , algo
a que creo tener derecho : completar la parábola de mi vida pública de la única
manera que satisface mi espíritu : Proclamando una candidatura que no es la mía
“. Ese día proclamaba a Mariano Ospina Pérez como candidato conservador ante la
férrea división liberal entre Turbay y Gaitán. En este caso fueron razones de
estrategia política, pero igual depositaba en otra persona su entera confianza
para que llegara a la presidencia bajo su patrocinio . Tal como lo haría más
adelante Alvaro Uribe en Juan Manuel
Santos. Luego viene el 9 de abril y a Laureano lo dejaron solo y lo aislaron
mientras él se dedicaba a hornear pandeyucas en su finca de Fontibón. Pero ahí
en ese 9 de abril Mariano se hizo fuerte y se rodeó de un liberalismo que en cabeza del maestro
Echandía empezó a forjar el nuevo destino del país. Y alrededor de Ospina se
fue formando toda una tendencia, más moderada, de molde social y la “cabeza
dorada del presidente Ospina” se convirtió en un nuevo jefe que le hacia sombra
a Laureano Gómez. Tal vez en ese espejo no se miró Juan Manuel Santos, pero si
lo ha vivido en carne propia , pues de ser un subalterno incondicional de
Uribe, una vez elegido le dio el “bogotazo” a Uribe y lo “aisló” en la confección del gabinete, formado en su
mayoría por sus más conspicuos adversarios.
La reacción de Gómez fue más grecoromana, pues quedaron unas arengas para la
historia en donde Laureano dejaba ver su pesadumbre de haber ensalzado el”
vanidoso e ingrato corazón “que así correspondía los favores recibidos del Señor.
La reacción de Uribe fue más de carriel al hombro y no dio base para continuar copiando a
Cicerón, como Gómez. Ahora el lenguaje era de arriería. Y sin ser un caudillo
Santos, pero sí un gran político, formó una mayoría electoral tan disímil que
ahora le cuesta trabajo desenredar la pita para la elaboración de su gabinete.
Y le puso una base firme a su campaña : la paz y ahora trae en su auxilio a los
jefes de la tercera vía que en lenguaje europeo
es simple pos-thacherismo. Pero estructura un discurso que aspira a que cale
más que el de la seguridad democrática
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