Para mí el jugador
del mundial fue Robben, el volante holandés que le puso la turbina de la
posmodernidad al fútbol, con carreras tan apretadas, que cuando él se desprendía
con el balón amarrado a los pies, parecía aquello un enjambre de golondrinas
que anunciaran el verano, tratando de rescatar el regateo, la gambeta, que se
ha fugado de los estadios, envuelta en pura táctica que limita el esfuerzo
personal. Robben disparaba los partidos, parecía que se metiera en un volador y
se dirigiera a mil sobre el arco contrario. Pero además, era toda una alegría desbordada, como la del chico de
barrio que coge el balón y se va con él como si se tratara de una cauchera para
matar pájaros. Esa alegría le daba para lanzarse al vacío, para caer sobre el
césped de la cancha como si fuera una piscina olímpica, con la picardía desde
luego de cazar faltas o hasta un penalty, pero con la felicidad de un chico que se come un
caramelo a la salida de la escuela. Esa felicidad que da el fútbol la proyectaba él, metido desde
luego dentro de su equipo, que siempre ha tratado de innovar en los
campeonatos mundiales, como en el caso de la célebre Naranja Mecánica. Rooben
no tiene la elegancia del juego
trascendental de Cristiano Ronaldo, ni tampoco la habilidad al milímetro, de Messi, pero su
juego a base de ráfagas, de despliegue físico
y de alegría hace que cuando él juega se enciendan las fanfarrias. Fue
al lado de James Rodríguez, quien merece un capítulo aparte, por cuanto es la
figura del porvenir, ya que Robben tiene
treinta años y este puede ser su último mundial, James tiene por delante otros
dos o tres más campeonatos mundiales . De otra parte, ratifica la calidad del
fútbol que se juega en Alemania, por cuanto él pertenece a la nómina del Bayern
de Munich, el mejor equipo del mundo en la actualidad. A él llegó después de haber pasado por el Real Madrid en
donde no brilló como debía brillar y del Chelsea inglés. Se trata pues, de un
jugador curtido, de mucha trayectoria que traía intacto todo su bagaje para
este campeonato que le fue esquivo a Holanda, porque había equipos de tanta
calidad como Alemania, el digno y flamante campeón., cuyo equipo tiene la
característica de que no depende de un solo jugador, como le pasa a Argentina y
Brasil, sino que todos meten goles por
igual.
viernes, 18 de julio de 2014
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