jueves, 4 de octubre de 2012

EL CASO DE VALERIE DOMINGUEZ.


 

POR:  RAUL  PACHECO  BLANCO.

Con Valerie se pueden cometer muchas injusticias : por ejemplo,  como es tan bonita, tan suelta y elegante, pues se le perdona  todo lo que haga mal. Así  sea recibir una plata mal recibida de Agroingreso seguro,  porque aquello de darle a  quienes tienen no es tan igualitario y ético que digamos. Pero en fin, la belleza de Valerie lo puede todo. Esa podía ser una posición ante ella y ante el caso. Pero miremos el otro ángulo, el de su novio, un vivo empresario que se las sabe todas  en materia de negocios y que ve de pronto en el horizonte un camino por donde echarle mano a una plata que es regalada y de una vez piensa en su novia para que ella sirva a manera de mascarón de proa y la embarca en la aventura, haciéndola aparecer como una mujer con tierra cuando no la tenia. Lo importante era el negocio. Y como en el amor se pierde la razón, aun en edades como las de Valerie que no es quinceañera, interviene una fuerza que lo conduce todo y que desde luego no es la más racional, sino la mas emocional. Si vamos a buscar la responsabilidad diríamos que habría que buscarla por los lados de quien conduce el negocio, de quién es el negociante, quien se convierte en el sujeto activo que lleva adelante los actos preparatorios, los ejecutorios y los consumatorios. No es sino un gesto, una mirada,  para que ya la voluntad pierda los estribos y se vaya por la pendiente que se le indica, sin mayores barreras porque la admósfera  es otra, el aire es otro, las condiciones son otras. El yo no es que se pierda, pero si se distrae y se aliena luego para producir un efecto que es buscado por la parte activa del paseo.  Es lo mismo que sucede en el régimen castrense, cuando asume la responsabilidad el agente que da la orden, porque allí lo que impera es la disciplina, el orden, la jerarquía y una orden es una orden. El agente que recibe la orden pues, pierde su individualidad y se sumerge en ese mundo pasivo que tiene vida y fuerza en la búsqueda de la realización del acto o hecho ordenado. Por eso se condena al oficial que da la orden y se absuelve al subalterno que la cumplió. Con excepciones, desde luego. Pero el meollo es ese.  Y en el caso del amor, se rige por otros códigos que también son exigentes, que tienen su propia dinámica y más en un medio como el colombiano donde la voluntad de la mujer se aliena y se deja llevar por un torbellino que se va solo.  Valerie por su parte, también está distraída en su mundo de artista, aprendiéndose de memoria sus papeles, perdiéndose en otras identidades. Y ese espacio también es propicio para que su  novio le entre de frente y se aproveche  para sacarle las firmas necesarias. Y ese ambiente liviano de la farándula también es propicio para que se cuele por allí  de pronto un viento sesgado. De ahí que Valerie debe ser absuelta por haber actuado en un estado de enajenación sentimental, movida por el afecto a un vivo que actuaba como íncubo para mover la frágil voluntad de una mujer enamorada.  La justicia por tanto, debe hacerle justicia a nuestras novias en el caso de Valerie.

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