viernes, 28 de septiembre de 2012

OSCAR MARTINEZ Y FEISAL MUSTAFA.

POR: RAUL PACHECO BLANCO La generación de Oscar Martínez Salazar y Feisal Mustafá Barbosa fue una generación de transición, cuando el país acababa de soportar los traumas de una violencia entre partidos, que a fuerza de no encontrar otra legitimidad, la buscaron y la encontraron en la violencia. Por lo tanto, estaban cerrando las heridas y una reforma constitucional permitió que en el gobierno pudieran acomodarse los dos partidos, alternándose, por un acuerdo diferido en el tiempo. Pero era una etapa que si bien ofrecía recetas ideológicas , lo importante era definir un apego , una lealtad a un partido. La concepción fue castrense, disciplinada y el país se encontraba completamente politizado , no existía una sociedad pluralista , como la de ahora, que aporta ángulos y puntos de vista diferentes sobre la realidad del país. Un sólido bipartidismo estratificaba tanto el pensamiento como las conquistas sociales.. Cuando Oscar Martínez y Feisal Mustafá adelantaban su carrera política, el país empezó a cambiar. Fuerzas extrañas y ajenas que antes no habían hecho su aparición fueron abriendo brecha y construyendo su camino , hasta convertir a Colombia en un país en entre dicho. El narcotráfico por una parte , fue penetrando poco a poco hasta permear las instituciones, al mismo tiempo que ejercía una violencia más contundente, casi una guerra civil, localizándose en la ciudad y no en el campo, como antes, que solo se daba en la periferia. Y lo mismo iba a ocurrir con los partidos , a los cuales sistemáticamente se les hacían ofrecimientos. Si a eso le agregamos la aparición del paramilitarismo, vamos encontrando el hilo conductor que somete a los partidos políticos al desprestigio, por su contaminación, y lo que es peor, a la deslegitimación. Y esa deslegitimación hace posible la insurgencia de nuevos partidos que se estructuran sin base ideológica alguna, solamente para sortear las siguientes elecciones y viendo cómo se sostiene para no perder su personería jurídica. Oscar Martinez y Feisal Mustafá eran muy parecidos. Ambos con un mecanismo biológico de reloj, bien sincronizados, con una agilidad felina para enfrentarse a sus problemas y a sus retos, sin traumas que los distrajeran de sus objetivos, con una capacidad par ver la realidad tal como es, sin preconceptos, porque alrededor de ella se labraban su propio camino. Estaban hechos para la política. Tenían además, el don de la comunicación con la cual se enfrentaban al otro y lo subyugaban, valiéndose del lenguaje como mecanismo de atracción para derribar muros. Porque la política empieza por ahí, por la palabra y saberla manejar implica dominio. Se iniciaron en la política a tiempo, recién salidos de la universidad, con el entusiasmo de la juventud que es la que aporta energías para sostener el tren de todos los días. Ambos llegaron a cargos de gobierno y de representación, a una edad temprana, pero se vieron sorprendidos por un destino aciago que les cegó la vida, cuando todavía no habían rendido todos sus frutos.

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