viernes, 20 de febrero de 2009

LAS INCONSISTENCIAS DEL SISTEMA PARLAMENTARIO

Por: Raúl Pacheco Blanco.

Las inconsistencias del sistema parlamentario se pueden ver bien claras en el caso de Israel, cuando acaban de celebrarse las elecciones y, no obstante la mayoría parlamentaria del partido de la primera ministra Livni, no estaba en capacidad de formar gobierno, porque no alcanzaba a obtener la mayoría absoluta , al no encontrar con quien aliarse, mientras que el partido de Nentanyahu si estaba en capacidad de hacerlo. Así , que muy seguramente Netanyahu será ungido por el Congreso como nuevo primer Ministro sin que el pueblo haya tomado esa decisión en las urnas. En estas condiciones, el Congreso termina desvirtuando la decisión del pueblo, tanto titular del poder constituyente como de la soberanía. Se puede alegar que el Congreso ha sido elegido por el pueblo, convirtiéndose en su representante legitimo y, por lo tanto, puede tomar una decisión de este tipo. Pero quien ganó las elecciones, por mayoría de votos, fue precisamente Kadima y no Likud, al obtener más curules en el Congeso. Así, quien termina eligiendo Primer Ministro es el Congreso, poder delegado y representativo, mientras que la decisión del pueblo, poder delegante y directo, resulta siendo desvirtuada y con efectos puramente diferidos y condicionados, porque de no haber mayoría absoluta debe respaldarse en otro partido para formar gobierno.
Esto no ocurre en el sistema semiparlamentario, como en Francia, donde el Presidente es elegido directamente por voto popular. El primer ministro elegido por el pueblo mediante la expresión de las mayorías, debe correr con la suerte que tuvo José María Aznar cuando no alcanzó la mayoría absoluta, pero encontró en el partido catalán de Pujol el aliado que le hiciera la segunda y así poder consolidar su periodo. Se parte pues, de que el poder dominante es el Congreso, porque no es suficiente la decisión del pueblo tomada en las urnas. Esto podría obedecer a la lógica de la Inglaterra de la revolución gloriosa en el siglo XVII, pero no a la concepción dinámica y ejecutiva de un siglo como el XXI, porque queda mediatizado el ejecutivo al legislativo. Mientras tanto en Israel se produce un alto en la política, que no se compadece con la situación tan compleja en que vive con relación al problema de Palestina. De otra parte, dialécticamente se desvirtúa la decisión del pueblo de optar por determinada línea de pensamiento y de acción, pues si el pueblo escogió una posición de centro, como la de Kadima, termina convirtiéndose en de extrema derecha, tendencia que no fue la escogida por el electorado, al convertir el Congreso esa tendencia en lo contrario. Cuando de por medio existe la política de manejo con los palestinos, que debió mover precisamente la voluntad del electorado para escoger la solución de centro.
Y cuando había políticas tan determinantes que exigían la presencia del pueblo para que escogiera, entre la línea dura de Netanyahu y la de centro de Livni, de tantas implicaciones para la política de la franja de Gaza, la crisis económica, el cambio de sistema político y la amenaza nuclear.
Se queda dependiendo de formulas como la alternancia en el poder, repartiéndose el periodo de cuatro años en dos para cada uno de los partidos Likand y Kadima, que ya tiene un antecedente cuando los laboristas de Simon Pérez se repartieron el poder con Likud de Yitzhah Shamir.
Pero sea lo que fuere, la fragilidad del sistema queda patente y deja qué pensar ante la reiterada petición de algunos sectores de adoptar el sistema parlamentario, para quebrar el excesivo predominio del ejecutivo. Pero lo que se tiene , como en el caso presente, es la desvirtuación de la voluntad expresada por el pueblo en las urnas..

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