POR RAUL PACHECO BLANCO
Como lector uno tenía la ilusión de asistir a clases de
primera mano sobre la geopolítica norteamericana con la novela del expresidente
Clinton y el novelista James Patterson. Y sobre todo, vivir el ambiente de la
casa Blanca, lleno de recuerdos y de acontecimientos.
Al principio se hacía cábalas sobre el papel que
desempeñaría tanto un autor como el otro, y se repartirían el trabajo. El uno
suministraría la materia prima, la política internacional recién horneada y el
otro relataba a su estilo y capricho.
En los capítulos
iniciales se entra de lleno en la vida política norteamericana y se insinúa el juego que va a tomar el relato
y por lo tanto se espera asistir a un banquete de la alta política.
Se van pasando las páginas
y se agotan las posibilidades de entrar de lleno en la política, en la alta
política norteamericana y se mete por el camino del mundo virtual, que es el
dominante en la actualidad, para empezar a la tejer la novela policíaca
propiamente dicha.
Es cuando Patterson se adueña completamente de la novela y despoja
a Clinton de su lugar, cuando había tenido tanto cuidado de permanecer en el
relato, porque no solamente se guardó el papel de narrador, sino de personaje
principal, como presidente de los Estados Unidos.
Pero Patterson le da golpe de estado y lo despacha de una
como narrador, mandándolo a la lona.
Fuera de verificar una vez más sobre los aliados y los
adversarios de los Estados Unidos, no se adelantan mayores conocimientos sobre
política internacional. Es bien sabido que Israel ha jugado un papel preponderante como aliado permanente de
Estados Unidos, así como Rusia sigue siendo la bestia negra, no obstante por
las que ha pasado: del régimen soviético, con su ideología a bordo y su
correspondiente colapso y ahora, dentro de una nueva época, en que los
capitalistas rusos también han hecho su aparición.
Nos quedamos pues con los crespos hechos para aquellos a los
que nos gusta acercarnos a la política internacional, al juego de las potencias
y a uno que otro secreto presidencial.
No somos expertos en novela policial y de ahí que pasemos
derecho en cuanto a apreciaciones de ese carácter. Perdimos el tiempo y sobre
todo, dejamos de lado el principio de no comprar estos best sellers sino en
ediciones piratas.
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