martes, 11 de octubre de 2016

LA SOLEDAD DE PASTRANA.


POR: RAÚL PACHECO BLANCO.

 
Llamó la atención en la reunión que tuvieron los expresidentes Uribe y Pastrana con el presidente Santos, el hecho de llegar solo el expresidente Pastrana  a la cita. En cambio Uribe llegó con todo un séquito: sus candidatos a la presidencia. Daba la sensación de que el verdadero triunfador de la jornada era el expresidente Uribe y que a su alrededor se hacían los que aspiraban a  la presidencia en el próximo periodo y necesitaban su visto bueno y su aval. De ahí que cada quien hizo su propia interpretación y llegó a pensar que el partido conservador se ha fugado, se está fugando o se irá a fugar hacia el uribismo y, que por lo tanto, el expresidente Pastrana vendría a ser una figura decorativa y no un referente histórico del nuevo ahora. Es decir, el partido conservador desaparecerá de la escena : unos están fungiendo de neosantistas para llegar al gobierno y otros migrarán hacia puntos más favorables. Aquella teoría que pregona la organización de un nuevo juego político  en Latinoamérica en que las fuerzas seguramente se polarizarán entre una izquierda y una derecha y los demás partidos y movimientos solo servirán de comparsa, está por verse en Colombia, donde los partidos en cambio están tomando un tinte eminentemente personalista, alrededor de una de las casas presidenciales tradicionales. No debemos olvidar que el uribismo es también el asilo de una nueva casa presidencial y que por lo tanto, cuenta con audiencia. Pero podrían unirse las dos cosas: la casa presidencial con la tendencia bien sea de izquierda o de derecha. La responsabilidad del presidente Uribe es muy grande en este momento, porque los medios de comunicación sin el suficiente juicio y discernimiento le han atribuido la autoría de la victoria del no el domingo del plebiscito, cuando en realidad no fue así. Los constitucionalistas como Jaime Castro, Hugo Palacios Mejía, José Gregorio Hernández y tantos otros estuvieron exponiendo sus tesis, con argumentos sólidos, sobre la inconveniencia de los acuerdos firmados con la guerrilla, sobre el arrasamiento del orden constitucional y sobre otros aspectos. Si bien en el ambiente había un rechazo, las ideas concretas se impusieron: los delitos de lesa humanidad no pueden quedar impunes, lo mismo que los falsos positivos. Y la creación de una justicia paralela solo para amnistiar  a los guerrilleros  no tenía sentido. Además, que la guerrilla entregue los dineros que tiene para indemnizar a las víctimas.

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